Al poner en marcha un relevo en su jefatura poco antes de la campaña, el PAR corría grandes riesgos. Arturo Aliaga tenía ante sí una misión casi imposible. Sin embargo, él y otros dirigentes y cuadros se las han arreglado para controlar las primarias, reorganizar el partido, distanciarse de Biel y mantener la clave de su supervivencia: las candidaturas municipales en el "territorio", particularmente en la provincia de Teruel. Han cedido algunas alcaldías y ganado otras. Lo más importante: aún dispondrán de grupo propio en las Cortes de Aragón donde sólo han perdido un escaño. Lo peor: no van a tocar poder. Esto último puede ser muy duro para una formación acostumbrada a gestionar y a disponer de palancas y recursos para mantener su presencia en el ámbito rural. Sufrirán.