José Luis Soro, y sobre todo Juan Martín, reaccionaron ayer con rabia y orgullo tras asegurar la supervivencia de su partido. Habían salido ilesos de la campaña más difícil y aparentemente peligrosa jamás llevada a cabo por CHA. Y ahí están: han metido dos diputados en las Cortes y dos concejales en el Ayuntamiento de Zaragoza. Tienen más ediles y algunos alcaldes diseminados por el resto de Aragón. Pese a su escasa presencia, se tienen por imprescindibles y no disimulan su intención de vender muy cara la poca piel que han salvado de la quema. El aragonesismo, al final, ha retrocedido un poco más, pero aún no es una propuesta política en peligro de extinción. La determinación de mantenerse como marca independiente no ha acabado en desastre. Aunque haya sido por los pelos.