Si uno pregunta en Ricla cómo viene la campaña, los hombres responden que "Poray, poray" meciendo las manos (contentos) como en Cinco lobitos tiene la loba. Hablan de la cereza que empezará a recogerse hacia el 25. Si es sobre cómo viene la campaña electoral que se inicia hoy, muchos prefieren encogerse de hombros.

Pero en la Alcaldía se palpa estos días la tensión. El alcalde, Eladio López (PAR), no estaba ayer por atender a una prensa que ha plasmado un día tras otro el intento apresurado (en sábado, sesiones tarde y noche) de incluir en el censo electoral a 300 rumanos "que estaban ya empadronados", según explicaba ayer un miembro del PAR en su mismo despacho.

Allí está fotocopiado en luto el reportaje de Interviú en el que Eladio salía encabezando a un grupo de inmigrantes "en el barrio rumano" (sic) de la localidad: "Aquí no hay un barrio rumano, porque están por todas partes".

Es cierto. Los hay por todos los sitios. Comiendo pipas en grupos de jóvenes al sol, sacando las mantas a las ventanas para que tomen aire, esperando en la puerta del ayuntamiento o de Cáritas para ropa o bonos de comida, marchando con garrafas de cinco litros hacia la caseta del campo, o en las mil y una tiendas de todo (Sabeco, el Spar...) diseminadas por el centro del casco mudéjar.

Los vecinos de toda la vida esperan en paralelo a la cereza: abriéndose paso con coches y furgonetas de trabajo por unas calles oblicuas, disformes; abuelos rumiando la sombra, gentes por las terrazas con el vermú y mujeres que explican a todo el mundo que van a tomarse la tensión.

Recuerdan aquellos primeros rumanos de 1991 que llegaron contando los mil avatares del viaje: "Tuvieron que comprar la barca para pasar de Polonia a Alemania a escondidas, de noche". Valentina Lucacci, una pionera, regenta una cervecería junto a Ibercaja. Hay cerca de 2.000 temporeros a la espera de jornal. Como decía ayer un paisano: "aquí hay más rumanos que habitantes".

Pero en el ayuntamiento, a la vez que se iban compulsando papeles del tipo: "Una chica empadronada en dos sitios, en Zaragoza y aquí, desde el año 93", en el entorno del alcalde se explayaban con la prensa: "Somos los únicos que estamos haciendo algo", con una coletilla: "El de CHA era del PAR. No se puede ir a la alcaldía por venganza".

Y aquí hay una historia shakespeariana: Francisco Romeo (CHA), iba hace cuatro años el tercero por el PAR que encabezaba Eladio López. Su hijo, Galo Romeo (trompetista de conservatorio y amante del reagge, con 25 años entonces) iba el primero por la CHA. Una maniobra del PP contra el PAR derivó su apoyo (tres concejales) a CHA (4) y la Alcaldía recayó en el joven músico. Francisco Romeo, para no estar en oposición a su hijo, abandonó el puesto de concejal del PAR. Era en el 2003.

"Eladio me prometió al marchar yo que en ningún caso harían moción de censura. Me fui tranquilo a casa. Pero la hicieron en junio del 2005. Desde entonces sigo toda la política de ese señor", señala Francisco, para añadir: "No es venganza. He visto muchas barbaridades". En agosto del 2006 presenta una querella en la Almunia contra Eladio por una venta supuestamente irregular de una cantera a un amigo suyo.

Ricla vivió la explosión frutícola de los 60 y 70 con los animosos vecinos poniendo en regadío unos campos de secano que les arrendaba el ayuntamiento. Después vino la etapa industrial: la empresa catalana de placas de hormigón sobre cuya ampliación y recalificación se planeó la moción de censura, y paralelamente, la era de los servicios: Campo de golf y 1.800 viviendas. Eladio López es de los que dicen que "no se pueden dejar marchar las ocasiones". Galo Romeo denunció que detrás de la moción de censura había "intereses urbanísticos". Todo está en curso y Galo, en su casa.

Hay temas pendientes como la construcción del Museo Paleontológico (sede para el famoso Cocodrilo de Ricla) en la antigua casa de los Sanchez, la restauración de la torre parroquial, que lleva dos años enlutada con un paño negro sin financiación, la ampliación de las escuelas, el consultorio médico, la mejora de la limpieza pública...

"¡Vamos a barrer!" es el grito de guerra de Ismael Ibáñez, el actual candidato del PSOE. Preguntado sobre su programa responde: "Un programa más o menos normal, como todo el mundo. Para trabajar y hacer todo lo que se pueda por el bien de la localidad". Instado a concretar algún problema importante a resolver, indica que "problema fuerte, fuerte yo no veo ninguno. Los problemas que hay aquí es como los que ha podido haber en años anteriores. Poco a poco, haremos lo que se vea sobre la marcha".

Y de cómo gestionar la integración de los inmigrantes: "De los rumanos no le puedo hablar mucho. Porque además esta candidatura es nueva totalmente". Ismael Ibáñez dirige una emisora creada por una asociación cultural. Por ella, aseguró, no pasarán los candidatos durante la campaña, porque es "sólo cultural".

Sobre el pueblo planean las cigüeñas, que han cambiado la torre mudéjar por la chimenea de una fábrica. Llegaron a la vez que los rumanos que ahora se distribuyen por las bodegas, las casas de campo, muchas casetas viejas, algunas sin tejado, y sin luz ni agua. O en casas habilitadas por los contratadores, con vínculos laborales estables ya desde Rumanía.

"Te dejan la tienda temblando, como te descuides", dijo ayer un paisano. Algunos están al límite económico. Lorenzo es un joven rubio, fuerte, de ojos claros, kubaloide. Sabe español y guía a un grupo de compatriotas: "Vamos 80 para el mismo amo". Después de dos meses en Ricla irán a Valencia, para la naranja y la mandarina. Y a finales de septiembre regresarán a Rumanía. Pedro y Jazmina (nombres supuestos) son muy morenos, acaban de venir y allí dejaron a sus dos hijos con la parentela gitana. Irán luego también al Levante. había ayer en Ricla un padre joven enseñando a andar a su hijo, sentado en una calle de Ricla, en los 15 días que le quedan hasta la campaña de la cereza.