Vidas rebeldes es una de las películas más desoladoras de la filmografía de Marilyn Monroe. Acumula capas y capas de tristeza. Fue su primer papel dramático para un gran estudio, la última película que estrenó antes de su suicidio, también supuso el punto de inflexión de su ruptura con Arthur Miller. Además mostró el rostro deformado de Montgomery Clift tras el accidente automovilístico que marcó su declive y acabó siendo el trabajo póstumo de Clark Gable, que sufrió un infarto poco después del último golpe de claqueta. En su momento, el rodaje de la película dirigida por John Huston acaparó la atención de la prensa y allí la fotógrafa Inge Morath realizó fotos prodigiosas. Quizá sea el rodaje más documentado de la historia del cine.

Pero todavía hay letra pequeña por descubrir en esa película que Miller escribió para su mujer con la intención expresa de que saliera de la depresión. La enésima biografía sobre Marilyn, esta vez escrita por Charles Casillo, aporta, cosa rara a estas alturas, una curiosa novedad. El libro, Marilyn Monroe: The prívate life of a public icon, se puso a la venta en Estados Unidos ayer y en él se menciona la aparición de una escena perdida, de la que se conocía la existencia pero se creía destruida, el descarte de un desnudo de la actriz, que hubiera formado parte de la película Vidas rebeldes y de la que Huston decidió prescindir.

El descubrimiento se realizó cuando Casillo entrevistó a Curtice Taylor, hijo del productor de la película, Frank Taylor, y aquel le reveló que el metraje, con sonido y perfectamente montado y que en total tiene una duración de unos 45 segundos, había sido guardado por su padre y él mismo también lo había conservado desde la muerte de éste en 1999.

Poderoso objeto de deseo en los años 50 y 60, Marilyn no tuvo reparos en aparecer desnuda en varias sesiones fotográficas e incluso circula una película porno que presumiblemente protagonizó (hay dudas que sea realmente ella) cuando era menor de edad.

La escena

Lo que se ve en el montaje final de Vidas rebeldes es a Gable entrando en la habitación donde Marilyn duerme, se intuye que desnuda bajo las sábanas. Él la acaricia y la besa y luego se aleja. Lo que aporta de más la escena encontrada es a la actriz teniendo que realizar ese número clásico de prestidigitador barato que consiste en ponerse una bata a la vez que se sujeta la sábana que tapa púdicamente el pecho. La actriz, sencillamente se deshacía de la sábana y se ponía la bata dejando su cuerpo al descubierto. Tuvo que repetir la toma varias veces.

El ansia de la industria por desnudar a Marilyn culminó en Something’s got to give, la que hubiera sido su siguiente película si no se llega a interponer el frasco de barbitúricos que se la llevó definitivamente. En la película inacabada puede verse, esta vez sí, un desnudo de la actriz, en lo que habría sido quizá el primero de una estrella de Hollywood.

Vidas rebeldes, donde se percibe la fragilidad y el dolor de la actriz, fue también además de triste una olla a presión de tensiones. Y la mayor parte de ellas tuvieron que ver, claro, con la inestable Marilyn. Tomaba pastillas para dormir y píldoras para despertarse. Llegaba tarde sistemáticamente a los rodajes. Una costumbre. El rodaje tuvo que suspenderse por un colapso nervioso que llevó Marilyn a ser internada en una clínica. durante 10 días. Y a su regreso las discusiones con Arthur Miller cada vez eran más explosivas. Él empezó a acercarse a aquella austriaca de pelo corto, Inge Morath que no dejaba de hacer fotos y que acabaría siendo su tercera y definitiva esposa tras el divorcio con la actriz. De hecho, la fotografía que realizó Morath del momento previo a la escena ahora encontrada da fe de la desnudez de la actriz. Son 45 segundos que acaparan titulares y vuelven a poner en marcha ese espejismo erótico que fue Marilyn. ¿Qué pasará con el fragmento? De momento, no se sabe.