DEL ENEBRO

AUTORES Jacob Ludwig & Wilhelm Karl Grimm

ILUSTRACIONES Alejandra Costa

EDITORIAL Jekyll & Jill

PÁGINAS 77

Hay dos formas de querer la literatura. O más bien, una, porque en el fondo es lo mismo por mucho que la balanza siempre se suela inclinar hacia el mismo lado. Siempre se suele alabar la escritura y el contenido pero hay libros que impactan y demuestran su valor solo por la edición que le acompaña. Es el caso de la publicación del cuento Del Enebro, de los hermanos Grimm a manos de la editorial aragonesa Jekyll & Jill (Premio al Mejor Libro Publicado del 2011), que cuenta con las brillantes ilustraciones de la mexicana Alejandra Acosta.

Unos dibujos que van más allá incluso de la bidimensionalidad que puedan suponer un lápiz y un papel (la sangre, el bombeo de un corazón e incluso las lágrimas son representadas incluso por finos hilos que cobran fuerza conforme se abre su página). Casi collages que recualifican, y de qué forma, el cuento de los Grimm para que la historia traspase los dos siglos en los que ha quedado casi perdido entre las páginas de una librería cualquiera.

Todo en conjunto (formato, encuadernación y lo escrito en sus páginas) conforman un libro que parece realizado para el exclusivo deleite del lector. Y eso, a pesar, de que la historia que Del enebro cuenta no parece realizada para el disfrute. Se trata de un sombrío aunque luminoso cuento popular, que relata una terrible historia de infanticidio y canibalismo, botánica y ornitología, y también de amor, lealtad y venganza. Sin embargo, las ilustraciones de Acosta le confieren al cuento, cuya edición, la de Jekyll & Jill, ha sido prologada por Francisco Ferrer Lerín, una nueva dimensión. Un vuelo que va de la mano de corazones sombríos, trsitezas indefinidas y hasta personajes estrambóticos que uno no acertaría a comprender si no estuvieran ahí los dibujos.

Y por si fuera poco, una última prueba de que la literatura se puede entender de dos formas, el libro incluye la edición alemana del cuento recopilado por los Grimm en 1812. A pesar de todo, todavía hay gente que cuida lo que publica.