¿Es la intuición la que alerta los sentidos, los despierta, los aguza hasta encaminarlos en su tanteo por ciertas fuentes que irrigan la razón?, se preguntó el pintor Antón González, Hanton. Guiado por la intuición, llegó a París a fines de 1955 y allí ha muerto. El martes, 8 de marzo. Como si le urgiera el viaje para reencontrarse con el amor de su vida, la escritora Nivaria Tejera, fallecida el pasado 6 de enero. Nivaria, su Niva, le acompañó en el empeño de interiorizar la Pintura, de escribir sobre Pintura, su obsesión. En París, ambos resistieron desde la pintura y la poesía. Y abrazaron a quienes tanto les quisimos.

Antón González (Bilbao, 1929-París, 2016) llegó a Zaragoza en 1940 donde estudió y se inició en la pintura. En 1947 se integró en el Estudio Goya, aunque lo más destacable de aquella etapa fue su presencia en el I Salón Aragonés de Pintura Moderna, celebrado en la Lonja en octubre de 1949 a iniciativa de Federico Torralba. A París acudió Antón González, reclamado por Fermín Aguayo, a finales de 1955. De entre sus recuerdos, el de aquel 1 de enero de 1956 cuando con Aguayo paseaba por las calles París, "discutiendo voz en canto sobre las razones profundas de la conversión de De Staël, intrigados por su salto de la abstracción a la nueva figuración, cambio del que Fermín había sido testigo visitando una exposición" y ambos no dudaron en encaminarse por aquella nueva ruta de búsquedas y experimentación, dejando atrás la abstracción. Solo o en compañía de Fermín Aguayo y de Nivaria Tejera (Cienfuegos, Cuba, 1929-París, 2016), a quien conoció en las tertulias de Montparnasse, Antón visitó galerías y museos. Atraído por la Revolución cubana acompañó a Nivaria a La Habana en 1961, y en 1962 se instalaron en Roma, cuando fue nombrada agregada de cultura de la Embajada de Cuba hasta 1965, tras abandonar un cargo oficial de tan ingratos recuerdos. Y regresaron a París donde festejaron, en 1971, el premio Biblioteca Breve de Seix Barral concedido a Nivaria por Sonámbulos de sol. Siempre juntos.

De la exposición retrospectiva Hanton. Pensar en pintura que presenté en 2010, en el entonces Museo Ibercaja Camón Aznar, quiero destacar dos obras. El Autorretrato con botellas de 1947, un cuadro valiente en el uso decidido de la línea y del color, los dos elementos centrales de su quehacer pictórico. Y el retrato de Nivaria Tejera, de 1985, elegante y austero, inundado por la luz de la inspiración que nace de la cabeza rotunda de la poeta. ¡Qué día tan fantástico el de la inauguración!: vermú por la mañana en la plaza del Pilar, y el lujo de la amistad por la tarde.

Tras la muerte de Nivaria, Antón quiso viajar a Florencia, para ver, sentir y respirar pintura con Niva en el recuerdo. Todo quedó en un sueño.