Un sarcófago de piedra caliza datado a finales del siglo XI y perteneciente a la dinastía real aragonesa se exhibe en el Museo de Huesca, después de ser recuperado en una subasta pública y sometido a un complejo proceso de restauración que se ha prolongado dos años.

Esta obra procede del panteón real del monasterio de Santa Cruz de la Serós,en Huesca, que albergó también el sepulcro de doña Sancha, hija del rey Ramiro I y fallecida en 1096, según el director general de Patrimonio del Gobierno aragonés, Javier Callizo, que celebró la recuperación de una "pieza importante" del patrimonio aragonés.

El sarcófago no tiene en su interior un hueco con forma de cabeza, como era costumbre, por lo que los investigadores especulan que pudo ser utilizado como osario de una persona adulta, probablemente una de las hermanas de doña Sancha.

Según los historiadores, doña Sancha fue protectora de los monasterios de Santa Cruz de la Serós y de San Pedro de Siresa, este último de monjes, algo que, según Callizo, "choca" por el hecho de que en esa época fuera una mujer la que dirigiera un cenobio de hombres.

El sepulcro está decorado con tres medallones con una pareja de monstruos del bestiario medieval, enfrentados en cada uno de ellos, una iconografía desarrollada en los centros religiosos de Toulouse y Moissac y visible también en San Juan de la Peña.

Según explicó Callizo, el Gobierno aragonés fue informado en 2011 de su inminente venta en una subasta pública, por lo que decidió ejercer derecho de tanteo a través del Ministerio de Cultura, que adquirió la pieza por 65.000 euros.

La reparación de la pieza, tallada tan solo en su parte frontal, se ha centrado en eliminar la costra de cemento de su interior y en las zonas laterales y a inyectar mortero teñido con pigmentos naturales.