Su nombre real es Pedro Ruibal. Nació en Galicia hace 22 años y vive de su música desde los 17. Sus vídeos suman millones de visitas, su actual gira comenzó en Francia y terminará en Argentina. Esta noche, a las 21.30 horas, actúa en La casa del loco de Zaragoza, en una gira que está organizado desde su propia empresa, La Utopía del Norte. Rapero atípico y utópico, el último proyecto de cooperación internacional en el que se ha implicado tiene como objetivo construir 60 váteres secos en la población de San José de Chamanga, Ecuador.

-¿Qué te lleva a implicarte en este tipo de proyectos solidarios?

-En un gran porcentaje de mis letras hay crítica social. Sería bastante hipócrita levantarme un sueldo contando las penas de los demás sin aportar algo a las penas de los demás. Esta gira tiene patrocinio de Canna [empresa de abonos y fertilizantes] y ese dinero va al proyecto de Ecuador. Somos autogestionados e intentamos que el dinero de los patrocinios llegue a donde queremos.

-¿Cuánta gente compone La Utopía del Norte actualmente?

-Sobre 15 personas. Hay raperos y productores, pero también hay gente que lleva la parte audiovisual. Tenemos una red por toda España que monta conciertos para otros artistas. Intentamos hacerlo todo con gente de La Utopía. Si necesitamos alguien que conduzca, contactamos con un colega, le pagamos y así barremos para casa. Es muy satisfactorio dar trabajo a tus colegas.

-¿Cuántos empezasteis?

-Dos. Yo tenía 16 años y Tata, 28. Él era representante de monologuistas, le hice gracia y me propuso encargarse de mis cosas. La Utopía empezó como canal de Youtube (hoy tiene más de 188.000 suscriptores) y punto de encuentro de artistas. Entonces La Utopía era solo una furgoneta con la que ir de gira.

-¿De quién has heredado la idea de funcionar desde la autogestión?

-En el rap siempre está esa idea del «eres un vendido». Los raperos crecemos con ese trauma. Con 14 años ya tenía esa idea de «no me venderé».

-¿Cuál es tu primer recuerdo rap?

-Mi hermana mayor tenía un cedé con cien pistas. No podía saber quién cantaba porque solo ponía Pista 1, Pista 2... Pero ahí estaba Kase.O, 7 Notas… Yo flipaba con esa gente diciendo tacos y escribía las letras para memorizarlas. Con 13 años hice mi primer tema. Era una pastelada de amor.

-Háblame de algún lugar importante para tu formación como rapero.

-En el barrio de Matogrande, en A Coruña, nos reuníamos 20 o 30 chavales cada viernes y sábado junto a las vías del tren. Hacíamos botellón, batallas de gallos y la peña grafiteaba. Ver tanta gente junta solo por el rap era la hostia.

-En noviembre lanzabas un tuit en el que confesabas avergonzarte de algunas rimas machistas de tus canciones.

-El rap con que crecí era machista a saco. Se soltaba «puta» y «zorra» sin pensar. Yo también lo suelto en algunas canciones de adolescente dolido con una piba, pero ha pasado tiempo y al cantarlas hoy no me siento cómodo, así que cuando llega ese verso hago «psssss». Me he dado cuenta de que estaba influenciado por ese rollo y que no tenía motivo para decir esas gilipolleces.

-¿Cómo has hecho ese cambio?

-Pasando de ser un chaval de 16 a uno de 22. También influyen las parejas. Si estás acostumbrado a pasar meses de gira con cinco tíos y sin ninguna mujer en tu entorno te vuelves un cromañón. Enciendes la tele y todo es sexualización de la mujer. El sistema te hace ser de esa forma, quiere que seas de esa forma.

-En las batallas de gallos apenas participan mujeres y para derrotar al contrincante lo habitual es disparar rimas machistas.

-Si los raperos hablan de eso, es porque la sociedad es así. Es un pez que se muerde la cola. Se ha entrado en un ciclo en el que mola ostentar y utilizar a la mujer como un objeto. Y eso vende. Ahora las canciones machistas lo petan el doble porque el tema del feminismo está muy fuerte y todo dios opina de ello.

-¿Cómo revertir esta inercia?

-Nosotros, sabiendo que es muy difícil ver mujeres en el escenario, en esta gira cuando llevamos telenoros queremos que solo sean mujeres.