Después de haber vendido más de 100.000 ejemplares en 15 países de La casa de los amores imposibles, Cristina López Barrio vuelve a sorprender con un mundo lleno de magia y misterios en El cielo en un infierno cabe (Plaza & Janés), en la que nos traslada al siglo XVII, a un mundo controlado por la Inquisición, que juzga a una bella mujer de la que se dice que puede sanar y destruir con el roce de sus manos. Pero este proceso por brujería acabará revelando un trágica historia de amor.

-Comencemos por el título de la novela. ¿Por qué ha elegido un verso de Lope de Vega?

--Lo elegí porque le va fenomenal al argumento de la novela, en el que los protagonistas van del cielo al infierno durante todo el libro. El poema habla de la paradoja del amor-pasión, que le va al pelo al amor trágico del que se habla. Además, también refleja la época en la que se ubica la trama, el barroco español, un tiempo lleno de contradicciones y contrastes violentos, la realidad y el sueño, lo mágico, la carne y el espíritu...

-Ha elegido una época histórica para ubicar a sus personajes. ¿Se puede hacer alguna traslación de su obra a los tiempos actuales?

--La época la elegí incluso antes de construir la historia. Me atraía ese momento histórico precisamente por sus contrastes, muy relacionados con el mundo de hoy. Por ejemplo, es la primera vez que hay una conciencia de crisis, es un momento de desencanto pues comienza a resquebrajarse el todopoderoso Imperio español, cae la Armada invencible, llega la primera bancarrota, suben los impuestos y está la peste negra, que acentúa la conciencia de que algo pasa y que la España gloriosa que representaba el triunfo de la fe se siente como si Dios la hubiese abandonado. Hay un desencanto con los gobernantes, una diferencia grande entre la opulencia de la corte y los nobles y la pobreza de un pueblo que muere de hambre; aparece la masificación de las ciudades, el paro y la delincuencia...

-Parece hablar de la situación que vivimos hoy...

--Pero además están los descubrimientos de Copérnico y Galileo, y un mundo que parecía equilibrado, de repente se ve inmerso en una inestabilidad también en el aspecto religioso y de las ideas, pues de ser el centro del mundo la tierra pasa a girar alrededor del sol. Existe un malestar, un desequilibrio en el hombre del momento producido por la contradicción entre el sueño de ese Imperio español y la realidad. Un ejemplo que se pone está en el propio Quijote, que cree que está luchando contra gigantes y al final son molinos.Y ese hombre debe adaptarse a unos tiempos nuevos que no son tan gloriosos como los anteriores.

-Y en ese contexto sitúa usted a sus personajes. Una vez más con una mujer con atributos mágicos -en su anterior novela las mujeres de la saga estaban malditas, aquí tiene un don- como protagonista. ¿Por qué siempre llevan las mujeres el peso de sus historias y por qué con ese componente fantástico?

--Siempre he tenido tendencia hacia la fantasía, a la evasión, va con mi carácter, es algo que me sale cuando escribo. Me gustan las leyendas, las fábulas y la magia de los personajes. Y aunque aquí también hay dos hombres, es verdad que la figura central es una mujer que en este caso tiene un don mágico que puede decidir si lo utiliza para hacer el bien o el mal; una mujer que va a contracorriente de lo establecido por la sociedad.

-Utilizar un don mágico para hacer el bien o el mal es darle mucho poder.

--En realidad es una facultad que todos tenemos, estamos hablando de la voluntad humana, de elegir cómo obrar en determinadas situaciones. Esa voluntad para dar o destruir va unida al amor que siente por uno de los personajes y ver cómo la voluntad de una persona enamorada está cautiva por esa pasión y puede afectarle a sus decisiones, a provocarle cambios de personalidad...

-Estamos hablando de cautiverio, pero también de la libertad de decisión de una mujer...

--Exacto, hablamos de la búsqueda de la identidad por parte de esa persona que lucha por elegir su propio destino en unos tiempos nada fáciles para las mujeres como eran aquellos, pues estabas destinada al matrimonio, el convento, la mancebía. Y estaba la Inquisición. Sí, hablamos de la lucha por la libertad de la mujer.

-Otra coincidencia con un problema que todavía arrastramos hoy en día.

--Creo que tenemos mucho que aprender de nuestra propia historia, pues los problemas, las historias, son cíclicas y se puede aprender mucho de lo que ha pasado en otros momentos. En realidad, el hombre español no ha cambiado mucho