«Por el olvido que anula o modifica el pasado» es un verso de Borges que ha servido para dar título a una obra que rinde homenaje a Roberto Bolaño. Pero, aunque igual no lo parezca, todo tiene sentido. «Hubo un momento en el que este proyecto casi no sale porque yo anulo y modifico el pasado hasta que de repente aparece Paula y me invita a retomar el proyecto». Así explica Aitor Saraiba el germen de este Por el olvido (Lunwerg), el libro que ha realizado a cuatro manos con Paula Bonet (que lo ha ilustrado completamente) y con el que los dos autores rinden un homenaje muy particular a un escritor que le ha marcado mucho a ambos.

«Lo que nos sucede a los dos con Bolaño es que sin saberlo los dos sentimos que le debemos un homenaje -comenta Bonet entusiasmada-. Sin saberlo, los dos empezamos a leerlo prácticamente al mismo tiempo y hacemos lo mismo, leer Los detectives salvajes muy jóvenes, no tener un duro, juntar un poco de plata y lo primero es comprar un billete de avión para plantarte en el DF, territorio Bolaño».

CUESTIÓN DE TIEMPO / Así que era cuestión de tiempo que esta colaboración llegara a buen puerto aunque todo surgiera prácticamente de una rendición de Saraiba: «Yo sabía que estaba trabajando en el libro y cuando lo conocí le pregunté pero me dijo que no iba a publicarlo porque no podía hacer el libro que él quería haber hecho. Aitor explicaba esta historia con mucha gracia y pesar de una manera bolañesca, con el tiempo interrumpido, con esa ironía y el pesar por el tiempo perdido... Hasta que un día después de hacer una performance de dos horas y media para contar por qué no había hecho el libro, le verbalicé: ‘Esto es el libro’», explica Bonet, a lo que Saraiba completa: «Le empecé a dar vueltas y no veía que pudiera ser yo el que lo ilustrara porque mis imágenes estaban muy alejadas del tipo de texto que había escrito. Entonces le devuelvo la bola de fuego a Paula y le digo ‘hago el libro si tú le ilustras porque eres la única persona para esto porque has vivido la historia en la distancia y porque has vivido lo mismo que yo». «¡Es que es mi historia!», le replica Bonet.

AUTOBIOGRAFÍA / Un libro que rinde homenaje a Roberto Bolaño pero que no deja de ser autobiográfico, por lo que no es un tributo al uso: «Mis libros todos son un exorcismo -arranca Saraiba-. Cuando me siento a escribir es porque si no, me tiraría por la ventana. Es una forma de intentar autosanarte, de gestionar todo lo que está pasando, mi fragilidad ante mundo».

A su lado, Paula Bonet escucha atentamente y apunta: «Yo siempre trabajo la autobiografía y yo pensaba que ya me mostraba muy vulnerable pero a través de la mirada de Aitor me doy cuenta de que hacía un uso de la metáfora mucho más constante del que yo pensaba. También tiene que ver el hecho de ser mujer, como a las mujeres se nos pide que trabajemos, que no hables tanto... y al final lo que me sucedió con mi primer libro es que vi que no se entendía y pensé que lo había disfrazado todo de tanta metáfora que el contenido se había perdido pero era el contexto de mujer el que me lo pedía. Estoy en ese camino de ser más cruda y despojarme de la metáfora y encontrarme a Aitor en ese camino me da un asidero tan estable que me permito acelerar los tiempos en un momento en el que quiero que todo vaya más lento».

«En este libro, quisimos huir de la inmediatez y el exhibicionismo, es una relación de amistad que Aitor explica muy bien cuando dice ‘Yo iba por un bosque a oscuras con una antorcha apagada y Paula llegó con una cerilla’. Gracias a este encuentro, los dos estamos menos solos y crecemos más rápido», dice con serenidad Paula Bonet, que ha visto cómo en este libro se ha enfrentado a una etapa de su pasado.

«Por el olvido me está conectando con mi yo que decidió dejarlo todo, cruzar el Atlántico y plantarme en un país del que no sabía nada con 21 años. Ese yo posadolescente que se sorprende con mucha facilidad y tiene todo por hacer, el golpe que me está dando reunirme con ese yo es muy bestia. Porque por un lado es maravilloso pero por otro están esos quince años que han pasado casi sin darme cuenta y esa idea bolañesca de esa juventud perdida que no vas a recuperar mirándome a cinco centímetros. Te obliga el ver este reflejo que además te lleva a cuestionarte muchas cosas, a ser un juez contigo mismo, analizar cada una de las decisiones que has tomado, si te has mantenido puro…», concluye la ilustradora.