TÍTULO Fernando Navarro, collages y esculturas LUGAR Palacio de Montemuzo(calle Santiago, 36). FECHA

Hasta el 7 de marzo.HORAS

Martes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00. Domingos, de 10.00 a 14.00Cinco manos cadavéricas cuelgan como guirnaldas o banderas desmayadas sobre el balcón presidencial. Ante una multitud de gente desnuda (Spencer Tunick), que da un toque monocromo y neutro a la plaza abarrotada, aparece en el balcón un tipo de negro duplicado al que la cámara muestra de espaldas. Sólo una voz sobresale de esa masa desvalida: un cartel que proclama Soy mecánico en mayúsculas. Y, tras el gag, se percibe el desencuentro entre la arquitectura y la calle, entre la hilera de balcones, cornisas y cortinajes y esa multitud de testigos, con el poder acaparando toda la atención, cuando lo normal sería lo contrario.Las manos, de nuevo, pero ahora vivas, salen de unos ventanucos interiores para coger por los pelos a Antonin Artaud retratado por Man Ray y cuadruplicado en un intento de Fernando Navarro de plasmar el transcurrir del tiempo de forma mecánica, por el recurso de multiplicar por cuatro al personaje, con lo que se crea una secuencia de cuatro miradas inquietantes.La posmodernidad cuestiona la pretensión ilustrada de explicar el mundo desde su representación lógica, como si lo que es complejo en sí pudiera descomplicarse desmontándolo en piezas. Fernando Navarro recoge los iconos contemporáneos reconocibles (Valentino vestido de Faraón, Pessoa, Jagger, Stalin, Picasso, Mikey, Goebbels, Basquiat, Ionesco o Haring) y juega con ellos. Con sus composiciones aparentemente disparatadas, Navarro explica mejor las cosas que si las fuera mostrando por temas, o por cualquier tipo de orden. Los picassos clasicistas, en una danza sobre un teatro romano: sus piernas configuran una svástica y logra un contraste que ilumina lo que fueron los años 30. Hay mucha sátira. Goebbels, en el estrado, da la espalda a la Sinfónica de Berlín. Un joven arrestado camina hacia el furgón con dos grandes cerezas rojas, por toda inculpación. Los futuristas Marinetti y Carrá, de abrigo y sombrero, y el fascismo al acecho. Una niña triplicada pide el sufragio femenino con fotos de Fidel Castro.Aparece Cabrera Infante en un plano de El ladrón de bicicletas. Los caballeros renacentistas impasibles ante una chica despampanante que les ama. La

Soy mecánico

descomplicarse

El ladrón de bicicletasRegina martyrum