Decía el chiste que aquella iglesia era de estilo mudejao. "¿Querrá decir mudéjar?". "No, señó, mudejao, que apenas la cuidan y está mu fea". Pues algo parecido está pasado con la turolense feria Gusto Mudéjar, que se solía celebrar en el mes de marzo y que se ha pospuesto hasta el otoño... si encuentra financiación.

¿Ha sido? ¿Es? una propuesta necesaria en el panorama gastronómico aragonés y nacional. Contaba con un concurso de cocina de los mejor dotados del país, hasta 6000 euros llegaron a obtener los ganadores, y el de sumilleres ofrecía una esperanzadora andadura, gracias al ánimo e impulso de Raúl Igual.

Mas la postergación de la feria ha pasado con demasiado sigilo en Zaragoza. Quizá porque siempre prefirió mirar hacia otros lados, como Valencia, en lugar de aprovechar el vigor gastronómico de la capital aragonesa. Una vez más ha funcionado el victimismo inverso, nos quieren desde el centro, pero tampoco trabajamos para conseguir el cariño.

Son tiempos de crisis y parece lógico repensar los excesos, pero ello no implica deshacer todo. La feria del vino de Montañana no tendrá financiación municipal, pero se seguirá celebrando; más austera, sí, pero seguirá siendo referente para aficionados y bodegas emergentes. Gusto Mudéjar, como Qualimen, cuyo final también parece escrito, son ejemplos de eventos generados para el sector, desde las instituciones, pero sin los protagonistas. Modelos de un cierto despotismo ilustrado, que desaparecen del mapa a la par que los dineros --públicos-- de quienes inauguran. Serán, seremos, los actores de la agroindustria y la gastronomía, quienes debamos tomar el protagonismo en estos necesarios encuentros. ¿O es que ya no sabemos generar actividades sin dineros públicos?