--En estos meses asegura que se ha reunido con unas 200 asociaciones culturales y artistas. Ahora que los conoce mejor, ¿volvería a emplear la palabra titiriteros para hablar de los artistas de forma despectiva?

--No quiero entrar ahí.

--Pero su llegada a la dirección general estuvo rodeada de polémica por haber realizado antes declaraciones como esa y otras. De hecho grupos políticos y artistas llegaron a pedir su dimisión. ¿Entendía el malestar y las protestas?

--En una sociedad democrática todo el mundo tiene derecho a manifestar su opinión. Es bueno que la gente critique a los que estamos en política. Debemos aceptarlo e incluso celebrarlo, pues es, como digo, signo de salud democrática.

--De hecho, antes de su nombramiento, usted también criticó a la "casta político autonómica" como un mal para la economía. Ahora que usted forma parte de esa "casta", ¿sigue considerando un lastre las autonomías?

--Las críticas han llegado desde todos los sectores. El PSOE, por ejemplo, planteó suprimir las diputaciones provinciales, y eso no significa que esté en contra del municipalismo. Las instituciones públicas han gastado creando deuda y déficit y es hora, dentro de las posibilidades, de aplicar criterios de racionalidad y eficacia al dinero público por respeto a los ciudadanos.

--Después de los antecedentes, ¿cómo han sido esos encuentros con los artistas?

--Las reuniones han sido cordiales y creo que con una magnífica disposición en el sector cultural. Por mi parte, creo que es obligación del gestor público dar la cara ante los ciudadanos, que son además los que pagan nuestro sueldo. El político es ante todo un servidor público.

--En la Comisión de Cultura del mes de octubre aseguró que quería acabar con el dirigismo cultural desde las administraciones, y que para ello había que revisar la orientación de las subvenciones. ¿Qué es lo que pretende hacer?

--Las subvenciones deben basarse en la transparencia a la hora de otorgarse y la claridad en la gestión de ese dinero, que debe adjudicarse a proyectos merecedores en base a criterios como su impacto en el público, que realmente sean exponentes de la creatividad en Aragón y que creen riqueza. Estamos elaborando unas bases reguladoras de las subvenciones, pues es importante concederlas bien y que haya un retorno social de las ayudas, que el público recupere su inversión.

--¿Y no servía el Centro Dramático Aragón para encauzar al menos parte de esos proyectos merecedores de ayuda?

--La decisión sobre la continuidad del Centro Dramático no está aquí ahora (en el departamento de Cultura). Está sometido a la Corporación Aragonesa de Empresas Públicas, y a la revisión de las mismas, por lo que hasta entonces no hay nada decidido.

--Al menos la Red de Espacios Escénicos va a seguir pese a los miedos iniciales de las compañías.

--Sí, claro, además la DGA va a aumentar su presupuesto haciendo un esfuerzo importante, pues creo que precisamente un punto fuerte de la gestión debe ser que la cultura llegue a todo el territorio. Es una obligación, sea con la Red en lo que es teatro y música, pero también otros ámbitos como el arte, haciendo girar exposiciones, como la que ahora puede verse en la CAI sobre el paisaje.

--Uno de sus anuncios más importantes es la elaboración de una ley de Mecenazgo. También el gobierno central ha anunciado otra. ¿Tan necesaria es para impulsar la acción cultural?

--La ley de Mecenazgo busca implicar a toda la sociedad en la cultura y la creatividad, no puede ser que la sociedad vaya por un lado y el arte por otro. En Alemania, por ejemplo, no es raro ver que una empresa patrocine un ciclo de conciertos o que grupos particulares produzcan una obra de teatro. Nos habíamos comprometido a que esta ley se aprobase en esta legislatura, pero posiblemente estará en un año.

--¿La implicación de la empresa privada puede llegar también a la gestión de espacios artísticos públicos, como se planteaba con la SGAE y el Fleta o como sucede con el Palacio de Congresos que es de DGA pero está administrado por la Feria de Zaragoza?

--Todo lo que sea implicar a la empresa privada en proyectos culturales es deseable; eso sí, tiene que haber una máxima transparencia en la adjudicación y la gestión. Además, en estos tiempos, hay que ser imaginativos y usar todo tipo de recursos, y la iniciativa privada, a veces, es más rápida y flexible.

--Los recortes ya han tenido sus primeras consecuencias y sus primeras protestas en el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca (CDAN), donde su directora dice que con el presupuesto que le queda no va a poder ni abrir.

--Es verdad que la consejera anunció recortes, pero falta la próxima reunión del Patronato a finales de febrero para ver la actitud de DPH y Ayuntamiento de Huesca y ver qué se plantea. De todas formas me gustaría hacer una precisión: el recorte en Cultura en estos presupuestos restrictivos es menor que en años anteriores con presupuestos expansivos. Se ha reducido menos del 10% mientras que el recorte del gobierno anterior en su último ejercicio fue mayor, por lo que creo que nuestros recortes están hechos en su justa medida.

--Las miras más inmediatas están puestas en el Pablo Serrano, ya que la exposición de apertura finaliza la próxima semana. ¿Qué planes tienen para el centro?

--En el Pablo Serrano el primer objetivo es mostrar la obra de Serrano. Choca la poca presencia de su obra en la exposición con la que se abrió y ha estado hasta ahora, por lo que eso es lo primero que vamos a solucionar. La idea es presentar una muestra profunda de todos los periodos del artista, que es lo que espera el visitante. También se va a montar otra exposición con los fondos de arte contemporáneo que posee el Gobierno de Aragón. Con estas dos exposiciones el año estaría cubierto, aunque estamos trabajando también en otras.

--El Fleta volverá a estar otra legislatura en el limbo. El proyecto se ha convertido en un problema creado por todos los gobiernos y del que todos parecen rehuir. ¿Alguna vez se va a afrontar de verdad la situación de este teatro?

--Lo fundamental en el Fleta es definir los usos. Que haya un consenso entre todos los implicados para ver qué se quiere hacer de verdad. Se han desperdiciado tiempos de bonanza y está igual que hace 12 años. En parte, la culpa es de que no se sabía que se quería hacer, un teatro de la ópera, un espacio completamente diferente con la SGAE... Si no existe ese consenso sobre qué queremos en todo Aragón, porque es un proyecto que trasciende Zaragoza, no vale la pena seguir.

--Otro proyecto que duerme el sueño de los justos es el Espacio Goya. ¿No es una necesidad en esta tierra tener un centro dedicado a una figura tan importante?

--El Espacio Goya no se puede hacer en estos momentos tan complicados porque la sociedad no lo entendería. Con Goya vamos a concentrarnos en difundir su figura y su obra y un ejemplo es la ampliación de horarios en Aula Dei. Queremos que trascienda la relación entre Goya y Aragón, que a veces no hemos conseguido transmitir. Si luego eso se plasma en un Espacio Goya, habrá que decidirlo en su momento.

--¿Hay algún proyecto en el que su departamento vaya a poner más énfasis o sea novedoso?

--Sí. Estamos trabajando en un aspecto que considero muy importante como es la transversalidad de la cultura y la educación. Es importante llevar la cultura a la educación y estamos creando programas para los colegios. Eso nos garantiza que en el futuro habrá un público entendido que demande cultura de calidad.

--Sin embargo, desapareció un ciclo importante como era el de Invitación a la Lectura.

--Es verdad que no se lleva a cabo ese ciclo porque ya no se había programado por la anterior dirección de Educación. No obstante, en este curso Educación mantiene hasta siete actuaciones relacionadas con la lectura. Lo que estamos ahora haciendo la dirección de Cultura y la de Educación es trabajar conjuntamente para introducir las artes en las escuelas y que los alumnos puedan desarrollar el curso que viene actividades relacionadas con la música, la danza, el cine o el teatro.