La iglesia también «tuvo su Ilustración». Y así se demuestra en Pasión por las personas: la lucha contra la pobreza, que puede verse en el Alma Mater Museum hasta el próximo 28 de mayo. Y es que a partir del siglo XVIII, la iglesia, además de cuidar las almas, se dedicó al cuerpo, y lideró «muchos de los proyectos sociales» que puso en marcha, por ejemplo, la Asociación de Amigos del País, de la que es heredera Ibercaja, y que, con esta muestra cierra el proyecto Pasión por la libertad, con el que conmemora su 140º aniversario.

La exposición se compone de 110 obras (el 90% inéditas) que escenifican el cambio fundamental en la sociedad desarrollado por la iglesia ilustrada en el Aragón del siglo XVIII. Comenzand por el mismo Palacio Arzobispal que nació «para crear jornales», ya que se consideraba que el papel del arzobispado era el de «ser útil y servir a los demás», explicó Domingo Buesa, comisario de la muestra, que presentó esta Pasión por las personas junto a Ernesto Meléndez, ecónomo diocesano; Juan Carlos Sánchez, jefe de la Obra Social de Ibercaja; Magdalena Lasala, responsable del Programa de Educación y Cultura de la entidad; y Armando Serrano, vicecomisario de la muestra.

En este sentido, la exposición recupera el ejemplo del grupo de Amigos del País, que capitaneados por Ramón Pignatelli, lucharon por consolidar una acción de modernidad en el Aragón de la época. El mayor apoyo les vino por parte de la iglesia, que realiza un cambio importante y es que abandona la limosna fomentando un nuevo concepto de caridad, que consiste en educar a los más necesitados, sanar a los enfermos y dar trabajo a los pobres, que sienta las bases de lo que sería una Obra Social.

TRES ÁMBITOS DIFERENCIADoS / Pasión por la libertad se distribuye en tres ámbitos temáticos: la construcción del Canal Imperial de Aragón (el cuidado del cuerpo), el cuidado de las almas: devoción y fe, y la lucha contra la pobreza. La visita comienza con una recreación de la construcción de la fachada del Arzobispado, edificio que sirvió de motor económico. De ahí, el paseo continúa por el Canal Imperial de Aragón, que incentivó la agricultura y el transporte: Ramón Pignatelli recoge el testigo ideado por el emperador Carlos y el «lo lleva a efecto», explicó Armando Serrano. Junto a una gran imagen del canal, destaca un óleo de Joaquín Pallarés titulado Inauguración de la fuente de los incrédulos, además de dos trajes de la época, libros e imágenes de este en su recorrido por la ciudad.

La segunda sala está dedicada al alma, con protagonismo de San José de Pignatelli, restaurador de la Compañía de Jesús. En el centro, una talla en madera del hermano de Ramón, rodeado por las imágenes de los cuatro Papas vinculados a él (Pío XII, Pío XIII, Pablo IV e Inocencio XII), y alrededor de ellos, dos piezas representativas de la devoción de los nobles, un Ángel de la guardia y un San Miguel, de la Iglesia de San Carlos. Destacan también grabados del siglo XVIII y la cinta de la medida de la Virgen, más larga que la actual, porque «entonces no se veneraba la imagen sino la columna». También se exponen devociones marianas de la Virgen del Río, del Portillo, etc.

La tercera sala cuenta con cinco espacios. Uno dedicado a la vida de Ramón Pignatelli, con un óleo de Carlos III, «que lo protege», y documentos que hacen referencia a su vida. Un segundo ámbito recuerda su otra gran obra, la Real Casa de la Misericordia, dedicada a «recoger pobres y vagabundos», donde se les daba casa, comida y se les «enseñaba a trabajar». Un modo de recaudar fondos fue la creación de la plaza de toros (hay tres grabados de la tauromaquia inspirados en ella) y otro, el Teatro de Comedias. La Zaragoza caritativa y asistencial cuenta cómo se transformó la idea de hospital (un enfermo, una cama) y «ahí la iglesia está en primera línea», con el Refugio y el hospital Nuestra Señora de Gracia. Enfrente se escenifica un gabinete del arzobispo de la época, para acabar la visita con la «fiebre constructiva», ya que se representan las iglesias surgidas esos años, que provocó que los jornaleros crecieran casi un 40%; y junto a ellos se han situado elementos de referencia, para concluir con el misal de Carlos III y una gran imagen de la iglesia de San Carlos, una joya del barroco, lugar en el que se ubicó el nuevo seminario para la educación de los nuevos sacerdotes.