Ignacio Martínez de Pisón vuelve en su nueva novela, Derecho natural, al espacio mental de la transición española, que, reconoce, «no fue tan perfecta como se ha dicho y quizá la Constitución y las leyes deberían haberse adaptado a los nuevos tiempos».

El escritor zaragozano confiesa que siempre le ha gustado escribir «historias ambientadas en esa época, un momento crucial en el que pasamos de una dictadura a una democracia, algo que no era fácil, pues ocurrían cosas en unos años convulsos».

No es una época nueva para el autor, que ya visitó la transición en Carreteras secundarias, La buena reputación o Dientes de leche, y es que considera que «son años en los que la gente, como mis personajes, se reinventan, hay como un corte histórico que libera a la sociedad de su pasado para inventarse otra vida».

A través de la peripecia de una familia, Derecho natural (Seix Barral) muestra la evolución de todo el país, aunque sin recurrir a la nostalgia: «Huyo de la nostalgia, porque es nociva, es una manipulación del pasado para extraer todo lo malo y dejar solo lo bonito».

A partir del protagonista/narrador, Ángel, el lector conoce a su familia, «un modelo de inestabilidad y desorden», encabezada por un padre, actor de películas de serie B (spaguetti-wéstern y hombres lobo) e imitador del cantante Demis Roussos, con tendencia a desaparecer; y una madre, enamorada, pero que harta de esperar acaba tomando las riendas de su vida en paralelo a los nuevos vientos que corren.

Recurrir a Demis Roussos es, a decir del autor, «el símbolo de un fracasado, alguien que perdió la batalla contra Abba, que ha pasado al anonimato, que llegó a escribir libros sobre adelgazamiento y que un secuestro en un avión de pasajeros le devolvió momentáneamente al candelero».

No es casual que «ese padre, que es un perdedor, imite a otro perdedor», y eso le permite moverse en el registro del humor. «Es mi novela más humorística, aunque no es un humor de risa fácil como en el cine, sino que se va tiñiendo de melancolía y de tristeza».

MOMENTO HISTÓRICO

Desde el título de la novela a la carrera de Derecho que estudia el protagonista, Pisón quería dar a entender «el momento histórico que viven los personajes, con una España a medio hacer, todavía sin la Constitución, con muchas leyes que hacen falta, como la del divorcio».

En ese marco, el escritor permite a Gregorio Peces Barba hacer un cameo en «un momento heroico de resistencia a las intimidaciones de la ultraderecha, y, de hecho, buena parte de los políticos que marcaron la transición eran juristas, porque estaban todas las leyes por hacer».

La familia es una constante en las novelas de Pisón, pero también el sentimiento de culpa, que alumbra en los personajes «un sentido ético» sin necesidad de reivindicar la culpa; o el error.

La droga aparece de manera colateral a partir de ese amor imposible de Ángel, una joven marcada por la heroína: «Cuando el personaje va a Madrid a principios de los 80, en los años de la Movida, era inevitable tratar la droga, eran años en los que se probaban los límites de la libertad, hasta qué punto se podía usar o abusar de esa libertad».

Escribir en primera persona era una forma, comenta Martínez de Pisón, de «escribir una especie de autobiografía fingida, de un chico que nació a la vez que yo, vio situaciones diferentes de las mías y respondió de una manera u otra».

Galardonado con el Premio Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica, Martínez de Pisón está preparando «un libro de no ficción ambientado en la primera mitad del siglo XX sobre la vida de un estafador», con el que se alejará momentáneamente de la transición.