UNA FORMA DE RESISTENCIA

AUTOR Luis García Montero

EDITORIAL Alfaguara

PÁGINAS 216

PRECIO 18 u

"Las cosas son vigilantes del recuerdo". Así de sincero, directo y reflexivo se destapa Luis García Montero casi como justificando el sentido de su libro Una forma de resistencia. Como si en los tiempos que corren hubiera de justificar que sea necesario combatir contra la materialidad de la vida, ponerse a resguardo del dinero de dudosa honestidad de los banqueros y de una estantería llena de objetos que, en la mayoría de la gente, han perdido su valor. Por eso, el granadino reflexiona y le da visibilidad a esa gran cantidad de cosas (teniendo en cuenta el valor absoluto de la palabra que va desde lo más nimio hasta lo más contundente) que colocadas en un lugar cualquiera no tendrían más valor que el económico y que de la pluma de García Montero exhuman cariño y adquieren casi un valor ancestral.

Solo desde esa posición de aprecio a las pequeñas cosas se puede entender este discurso plagado de intención emocional que se puede leer en Una forma de resistencia: "Me reconozco en lo que soy, sin someterme a los resultados inmediatos de mí mismo. Vagabundeo por la casa y miro la carta infantil, el paquete de tabaco de mi padre, el primer disco, las fotografías de juventud, los carnés, la bufanda tricolor, la Torre Eiffel de mi primer viaje a París, la corbata de Alberti, los libros dedicados, los cuadernos antiguos, las fotografías en las que me siento una cosa más en los brazos del pasado, los dibujos infantiles de mis hijos, mis pegatinas pacifistas del año 86... ¿Se trata de un museo? No, se trata de un paisaje".

PRECIADO INVENTARIO Con esta premisa, García Montero realiza un inventario de sus más preciadas posesiones al ritmo que da rienda suelta a su facilidad literaria para hilvanar diferentes historias que transcurren por la fina línea de la emoción a lo largo de diferentes capítulos. Episodios tan breves como intensos que tienen la enorme virtud (sobre todo para el lector que la da por ojear el libro en cualquier momento del día sin pretender ir más allá) de que se puede abrir por cualquier lugar y leer algo que tenga sentido.

Desde la elegancia y la ironía, García Montero, que dice haber encontrado la idea para escribir este libro de la escena de los ganaderos de Oklahoma (obligados a emigrar por la llegada de las máquinas) en Las uvas de la ira, de Steinbeck, lleva la vida a una continua metáfora en la que si uno sabe interpretar entre líneas comprende cuál es la verdadera importancia de las cosas. Como aquel televisor antiguo que tiene en casa y que no cambia porque casi no ve que lo retrotrae inevitablemente a una época pasada en la que cualquier emisión en el canal estatal era un verdadero acontecimiento social. Como el que para el poeta (aquí prosista) es cada uno de los objetos que guarda a buen recaudo en su casa.

Cuenta el granadino en uno de los capítulos que tuvo que buscar una manera de contarle a su hija de 9 años, Elisa, la verdad de los Reyes Magos y expresa un deseo: "Aunque los padres se mueran, los Reyes Magos pueden seguir viniendo cada año". Como hay que esperar cada cierto tiempo que aterricen las publicaciones de Luis García Montero en el quiosco.