En apenas cuatro metros de friso rocosos, los ojos casi no dan abasto. Ante la mirada del visitante, se pueden observar hasta 19 representaciones, de las que destacan los toros, que están acompañados de caballos, otros animales menos reconocibles y cinco arqueros, estos de muy pequeño tamaño, agrupados dentro de una pequeña oquedad natural... y todo ello, excepto un toro y un arquero repintados, de un llamativo color blanco. Un hecho excepcional en el arte rupestre que se puede contemplar en todo su esplendor en el abrigo de los Toros del Prado del Navazo en Albarracín. ¿Cómo conseguían este color blanco? Hasta hace muy poco había un consenso, se habían pintado con caolín, aunque últimamente esta idea empieza a presentar dudas. Los prehistóricos, para pintar, disolvían el polvo colorante (caolín, supuestamente, para el blanco) con un aglutinante que bien podía ser agua, grasas de animales, sangre de los mismos, resinas... Ello permitía aplicarlo sobre la superficie rocosa, para lo que utilizaban los dedos, plumas o pinceles que frabricaban ellos mismos con pelos de animales.

TAMAÑO DIVERSO Los Toros del Navazo, pinturas datadas entre los 7.000 y los 4.500 años antes del presente, pertenecen al arte levantino, como la mayoría de las pinturas que se pueden visitar en el Parque Cultural de Albarracín. Ya en el sendero del Arrastradero, el primer abrigo con el que uno se encuentra es el de la Cocinilla del Obispo. No muy lejos de allí, se puede observar un arquero en color violáceo oscuro, que se ha convertido en el símbolo del parque, en el abrigo del Arquero de los Callejones Cerrados. Estos dos últimos son solo dos de los siete abrigos que

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