Los diestros Enrique Ponce y Morenito de Aranda cortaron dos orejas cada uno en el festejo celebrado ayer en Teruel, tercero y último de su Feria del Ángel, y que sirvió para homenajear al malogrado torero Víctor Barrio, fallecido en la arena de esta plaza hace ahora un año.

Se lidiaron toros de Adolfo Martín, de desiguales hechuras, remates y arboladuras, y de variado comportamiento. Enrique Ponce logró oreja con petición de la segunda y oreja tras aviso; Curro Díaz ovación y ovación; y Jesús Martínez Morenito de Aranda, oreja y oreja.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Víctor Barrio.

Teruel vivió ayer una tarde de mucha emotividad. Se cumplía un año de la muerte de Víctor Barrio en esta misma plaza. El mundo del toro, que no vivía un suceso así desde el fallecimiento del banderillero Curro Valencia en 1996, aún no se ha repuesto de tan fatal pérdida. Una tragedia que perdurará siempre en el recuerdo, avivado ahora más que nunca con la reciente pérdida de otro compañero, Iván Fandiño.

En el ruedo, Enrique Ponce, volcado con la familia desde su muerte, quiso volver a rendirte tributo, esta vez, enfrentándose por primera vez en su dilatada carrera a los albaserradas de Adolfo Martín. Junto al maestro valenciano actuaron también los dos toreros que compartieron cartel con Barrio aquella infausta tarde: Curro Díaz y Morenito de Aranda, recibidos por la afición turolense con una gran ovación nada más romperse el paseíllo y después también de un emocionante y sentido minuto de silencio, acompañado únicamente por la voz de la cantaora Imma Vilchez. No cabía más emoción. Las lágrimas en los tendidos se unieron a la de los toreros, como Morenito, que no pudo contener el llanto antes de que asomara el primero de la tarde, toro bueno y con calidad, aunque le faltó un tranco en sus humilladas embestidas.

Ponce, que brindó al cielo, lo fue ahormando en las probaturas, con mucha suavidad, acompasando las medias arrancadas del adolfo, sin violentarlo, y así, a base de técnica, acabó respondiendo en la muleta del de Chiva, que cuajó una faena de mucho gusto, relajo, despaciosidad y tremendo magisterio.

El cuarto adoleció de pocas fuerzas, pero así y todo fue suficiente para que Ponce volviera a deleitar al respetable.

Curro Díaz brindó a Morenito su primera faena. El linarense se las vio con un toro poco agradecido por su falta de entrega y su tendencia a desentenderse pronto de los engaños, al que instrumentó una faena voluntariosa, pero de poco contenido artístico. Al cielo fue el brindis del quinto, toro justito de fuerzas, bajo también de raza y sin humillar. Díaz, al que hoy no le acompañó la suerte, volvió a estar por encima de las circunstancias.

Con un ramillete de encajadas verónicas recibió Morenito de Aranda a su primero, al que le faltó raza que acompañara la calidad que apuntaba. A los dos compañeros brindó el diestro la muerte del sexto, que también se dejaría sin ser un dechado de cualidades. Entrega total del burgalés, que volvió a rayar a gran altura y logró otra oreja.