El genio de Segundo de Chomón, pionero del cine, ha sido reivindicado desde muchos prismas, tanto en Aragón, su tierra natal, como en el resto de España.

Ahora, en la zaragozana galería de arte Antonia Puyó, podemos disfrutar del original modo en que un joven y brillante artista, Néstor Lizalde, lo hace suyo para, desde el origen mismo de la imagen en movimiento, transportarlo al siglo XXI con un inspirado montaje.

Las piezas o instalaciones de Lizalde, algunas de ellas de gran formato, se inspiran y amparan en las nuevas técnicas audiovisuales. Vídeos, grabaciones, luces, pantallas, prismas, baterías, proyectores... Una orgía de luz y sonido se va desplegando ante los ojos del espectador con un sentido y propósito: el de asombrar y, una vez provocada la curiosidad, invitar a la reflexión.

La mía contó con la orientación del propio artista, quien, amablemente, me explicó --hasta donde se debe desvelar una obra de arte--, el origen de sus ideas y las bases de sus propuestas.

Básicamente, se trata de poner en vecindad o trabazón argumental, siquiera en linealidad, una serie de elementos que ya pre-existen en la Red, o en el universo cibernético, pero que, hasta ese momento, han permanecido independientes, en el limbo de la no-relación.

Lizalde los recrea y vertebra en su planeta de luz y sonido, estableciendo, sobre referencias reconocibles --en esta exposición, titulada Metametáforas, las mencionadas secuencias de Segundo de Chomón--, un nuevo relato o discurso, dividido en sucesivas piezas. El efecto, además de original, es muy sugerente, pues invita a pensar en los nuevos medios y modos de expresión, y en el desafío estético que se nos viene encima con la eclosión del arte digital.

En su presentación de la muestra, Ricardo Iglesias se refiere al maquinsimo de Munari, al arte autodestructivo de Metzger y a las revoluciones estéticas de Fluxus o Paik. Lo cierto es que, a caballo de las últimas vanguardias, los nuevos medios llevan tiempo estando ahí, creciendo en el espacio--tiempo digital, agazapándose en las más atrevidas tecnologías, a la espera de dar el salto hacia lo estético.

Lizalde, ayudado por Chomón, consigue dar ese salto en el espacio del arte. Su exposición, siendo conceptual, resulta, por otro lado, divertida, interactiva y plástica. Niños y jóvenes serán quienes mejor entenderán su desafiante lenguaje.