Tiene el descaro y la actitud gamberra y desprejuiciada de los primeros Siniestro Total, y el punto gamberrazo que desplegaba en escena el tándem Almo-dóvar-McNamara. Hablo del combo barcelonés Salvaje Montoya, gozosa amalgama de rock garajero y fronterizo, surf rasposo, y tropicalismo oblicuo, aderezada en ocasiones con unas gotas de licor balcánico. Salvaje Montoya actuó el viernes en Zaragoza, en La Lata de Bombillas, y entre comentarios jocosos y provocadores fue desgranando su gozoso repertorio.

Gran parte del programa lo armó con canciones de Rompiendo la yuca, su segundo álbum (Mala hierba, Rituales de cuchillas, Santa mita del Raval, Prohibido romper la yuca, Hechizo, Mujer madura, Leyenda local, Campesina de mi amor...), aunque no obvió piezas de Boda rumana, su disco de debut: Ana, La huida, Secreto, Sal-va-je... Todo, para mayor gloria de una velada agitadora. Con un sólido armazón musical y unos textos nada complacientes, Salvaje Montoya organiza un directo poderoso y divertido: una apuesta sin pretensiones de trascendencia, pero enérgica y vitaminada. Lo suyo es una verbena con mayúsculas, una fiesta sin las connotaciones buenrollistas que muchos plastas predican por los escenarios.

Y el jueves, en la sala López, Antonio Arias (Lagartija Nick) vino a decirnos, con el lenguaje del rock, que el universo se expande. Sus textos vienen firmados por poetas como Mark Strand y José Emilio Pacheco, o se inspiran en obras como La física de la inmortalidad, del científico Frank J. Tipler. Y musicalmente, Arias se muestra en una frontera en la que confluyen la oscuridad y la contundencia que tuvo el grupo británico Bauhaus, los devaneos del rock cósmico y el duende de la pulsación flamenca. Ofreció canciones de sus discos Multiverso y Multiverso II, adelantó una novedad (Sol de agua) de lo que será Multiversos, revisó Soleá de la ciencia, de Enrique Morente, y ya puestos recuperó Ciudad sin sueño, de Omega, el singular disco que Lagartija Nick registró con el desaparecido cantaor.

Desde una estrella enana, Génesis, Dejar las cosas intactas, Consumación y silencio, 2001: una odisea del espacio, Derrota de Bill Gates, Cármenes... Canciones para un concierto dibujado, en conjunto, con nervio y pasión. Y mención especial para Carlos Gracia, batería del grupo zaragozano El Hombre Lento, requerido por Arias a última hora para sustituir a su batería habitual David Fernández. Gracia se aprendió las canciones en una tarde y cumplió con creces. Todo un músico rápido.