Coincidiendo con el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, ESPACIO 3 se fija en aquellas que, ante circunstacias adversas, lejos de resignarse al rol que la sociedad patriarcal les ha asignado, han decidido tomar las riendas de sus vidas y organizarse para sacar adelante a los suyos. Es el caso de un grupo de 55 mujeres de la comunidad rural de Ndiayène-Pendao, situada al norte de Senegal, en la provincia de Saint Louis. Y que, gracias a la cooperación aragonesa, ahora están sacando mayor rendimiento de su trabajo.

Tradicionalmente, en esta región, han sido los hombres los encargados de la agricultura, su principal actividad económica. Pero, hoy en día, con las producciones actuales, no son capaces de llevar a casa todo lo que necesita el hogar, así que tienen que buscarse otro trabajo.

Las mujeres de Ndiayène-Pendao, en vez de quedarse en casa, han decidido constituir una cooperativa agrícola y dedicarse al cultivo y transformación del arroz, que es la base del sustento familiar.

Los vaivenes del clima, así como otras vulnerabilidades crónicas, provocan episodios periódicos de inseguridad alimentaria en Senegal, especialmente en las regiones del norte y el este. El Gobierno ha extendido de manera considerable las tierras cultivables en la zona norte del país, y a esta cooperativa le ha cedido la explotación de 4 hectáreas.

«Estas mujeres se dedican a la agricultura. Cultivan el arroz durante todo el año y están trabajando día y noche para intentar ayudar a sus esposos e hijos. Es una zona con escasos recursos. Y lo peor de su situación era que, hasta ahora, usaban herramientas tradicionales para trillar el grano», lo que resulta una ardua tarea.

Quien describe esta situación sabe bien de lo que habla, pues nació y se crió en este pueblo. Es Ibrahima Wade, senegalés de 37 años, que lleva desde los 22 en España. Entre las 55 cooperativistas, algunas pertenecen a su familia. Y contribuir desde la diáspora a mejorar las condicones de vida en su tierra se ha convertido en su principal objetivo.

Ibrahima pertenece a la Asociación Fulbé de senegaleses en Aragón, desde la que promovió, a través de la red Africagua, una microintervención de codesarrollo. Ha dotado a esta cooperativa de maquinaria para facilitar a esas mujeres las labores de trilla y molienda del arroz. El Ayuntamiento de Zaragoza fue quien financió el proyecto, con algo más de 3.000 euros.

La intervención consistió en la compra de una máquina trilladora para descortezar el arroz, y un molino para transformarlo en harina. Además, se construyó un hangar para guardar la maquinaria. El arroz que cultivan, «normalmente, es para consumo doméstico, para intentar sobrevivir. Si les sobra algo, hacen comercio e intentan venderlo», explica Wade. «En Senegal, la comida principal es el arroz; y la cena, el cuscús», también de arroz, de ahí la necesidad del molino para convertirlo en harina.

Ibrahima Wade viajó en persona para supervisar la llegada de los materiales y su puesta en marcha. Durante su estancia, estuvo formando a las cooperativistas a través de talleres para asesorarlas en tareas como la creación de una junta, la elección de presidenta y secretaria, la emisión de facturas para la justificación del proyecto… «Aunque ya va habiendo gente en la comunidad que tiene la oportunidad de estudiar, la mayoría no ha podido hacerlo, y no sabían cómo organizarse dentro de la cooperativa», apunta.

Aunque la denominación técnica de este tipo de proyectos de desarrollo es la de microintervención, «cuando llegué allí me dijeron que, de micro, nada, que para ellas era macro”. Las dos máquinas han facilitado a los beneficiarios acceder directamente a la alimentación y reducir la mala calidad de vida. «Han supuesto un gran cambio». Incluso la emisora local de radio le dedicó un programa especial a la puesta en marcha de la maquinaria.