La forma de comunicarse y de informar hoy en día ha cambiado gracias a la revolución de las nuevas tecnologías, que han acercado y hecho más accesible la información para todos. Ya no son necesarios los espacios físicos para satisfacer nuestras necesidades de consumo, ocio o formación. Incluso en países con un índice de desarrollo humano bajo, gran parte de la población hace uso de las redes sociales.

Gracias a estas web 2.0 podemos relacionarnos, compartir contenido y expresar opinión creando espacios alternativos al espacio físico, en los cuales se facilita poder hablar y relacionarse desde el anonimato, ya sea por vergüenza, represión o riesgo. Además, han provocado un giro en el ámbito de la información, presentando alternativas a los medios de comunicación convencionales, donde la información tiene un carácter unidireccional y se sitúa a los usuarios como meros receptores de la información. Ahora podemos expresar nuestra opinión fácilmente convirtiéndonos no solo en receptores, sino también en emisores de ideas. Así, gracias a una amplia variedad de alternativas informativas podemos decidir qué, dónde, cuándo y cómo queremos recibir esa información, lo que genera una creación de conocimiento e intercambio de contenidos de forma rápida y sencilla.

Otra de las ventajas que destaca el espacio virtual es su potencialidad como instrumento de participación y activismo social. En el campo de los Derechos Humanos, las redes sociales han contribuido en dar a conocer determinadas injusticias que antes permanecían invisibles para la ciudadanía a pesar de su relevancia. De esta forma, oenegés, asociaciones, plataformas ciudadanas y movimientos sociales las han utilizado como herramienta con la que reivindicar y realizar acciones de incidencia política, enfatizando actos de denuncia contra diversos delitos que afectaban a las libertades civiles y los derechos fundamentales. Gracias a la accesibilidad de las redes sociales podemos sumarnos fácilmente a estos movimientos de cambio que luchan por el cumplimiento de los Derechos Humanos.

Sin embargo, la total libertad que se presupone a las redes sociales realmente no existe. Estas sirven como herramienta de control de la ciudadanía por parte de los gobiernos y de las empresas, las cuales dominan las redes y deciden qué tenemos que ver y qué no, creando burbujas de filtro con internet personalizado. No hay más que probar a hacer una misma búsqueda en internet desde diferentes terminales para ver que la información que se nos ofrece no es la misma, y estará determinada en función de nuestro género, edad, preferencia sexual, nacionalidad, creencias, orientación política, etc. Este control al que está sometida la ciudadanía se utiliza en algunos casos para reprimir, censurar y castigar determinados comportamientos, limitando el papel de las redes sociales como favorecedoras del activismo social.

Pero lo destacable es que la tecnología 2.0 aparece como una oportunidad para mejorar nuestro entorno. Un buen uso de esta nos permitiría acercarnos hacia un mundo más igualitario, ya que la fácil capacidad de intercambio de información entre diferentes países y entre personas que no tienen ninguna relación, incita a un movimiento de cambio colectivo, generando un sentir de lucha compartido por una misma causa.