Desde que en 1997 se puso en marcha la primera sección de voluntariado dentro de la Fundación Rey Ardid, este se ha convertido en una pieza clave para la organización. «Entre otras cosas, porque siempre se ha entendido que es una herramienta muy útil para plantear que la entidad tiene que estar bajo el prisma de la transparencia y de la participación como máximas», afirma Francisco Galán, responsable de relaciones institucionales de la entidad.

La labor que realizan los voluntarios jamás puede sustituir a la de un profesional. Su tarea siempre complementaria y aporta un plus de calidad.

Las tareas que tienen que acometer los voluntarios siempre están relacionadas con aquello que no puede cubrirse mediante la labor profesional, no porque no quede cubiertas con la plantilla, sino porque aportan un valor añadido diferente que mejora y acerca a la excelencia dicha tarea.

Ca labor de un voluntario complementa, no es algo imprescindible. La labor imprescindible siempre la realiza un profesional. La labor complementaria, de cercanía, de proximidad, más allá del componente humano que también aporta cada profesional, es lo que realiza un voluntario.

Esa labor complementaria consiste en el acompañamiento a una persona. Y ese acompañamiento tiene que ver con mejorar, individualizar, hacer más accesibles y cercanas las actividades a las personas para que las entiendan mejor y las humanicen.

Los voluntarios hacen de las actividades un traje a medida para cada usuario, como un sastre, en vez de ser moda pret â porter», asegura Francisco Galán. El voluntario acerca la institución al usuario y media respecto de sus necesidades.

El voluntariado en Rey Ardid comenzó en el área de salud mental y se ha ido extendiendo a otras como la atención a personas mayores o la formación. Los perfiles de los voluntarios son de lo más variado. Hay hombres y mujeres de todas las edades.