La plaza de toros de La Misericordia fue ayer escenario de un hecho destacado en los anales de la tauromaquia aragonesa. El bilbilitano de Saviñán Mario Pérez Langa recibió la alternativa de manos de Pablo Hermoso de Mendoza en presencia de la francesa Lea Vicens.

En su primer turno acusó la tensión del compromiso mostrándose acelerado en exceso y con la necesidad de hacer mucho y en poco tiempo. Las imprecisiones y las pasadas en falso se sucedieron y para colmo no tuvo tino al poner el colofón con los aceros definitivos.

Con menos presión pero igual de explosivo ante el que cerró plaza, sacó a relucir su carácter baturro (por su tozudez) a lomos de Camino, que rehusó hasta por tres veces el quiebro batiendo desde la posición de parado. Tampoco estuvo fino con los rejones finales y todo quedó en una vuelta al ruedo y la sensación de que, hasta ahora, pone más corazón que técnica y todavía no está para la liga de los elegidos.

En esa división se encuentra el navarro Hermoso de Mendoza, que ayer demostró su gran maestría sin discusión. Toreando de modo suave, sedoso, como meciéndose armónicamente a lomos de cualquiera de sus estrellas, casi todas: el apasionado berlín, el flexible Disparate, el increíble Donatelli... Un lujo que en su segundo toro estimó con cicatería el presidente estimando, seguro, el pinchazo preliminar antes del rejonazo definitivo. La plaza se desgañitó para pedir el segundo trofeo y después para abroncar a la presidencia.

Mientras, Lea Vicens estuvo muy entonada en su primer toro, sobre todo montando a Bético en un par imposible por los adentros --aunque sin obtener más premio que la vuelta al ruedo--. Fue aparatosamente arrollada por el quinto, circunstancia que condicionó la lidia que, más desordenada, fue muy vibrante pero para entonces daba la impresión de que ya todo funcionaba a impulsos más que de acuerdo a un plan trazado. Luego llegaría el fiasco del rejón y todo se diluyó.A la francesa se le apreció en la enfermería un traumastismo en la región costal izquierda y una contusión en el metatarso del pie derecho.