Globos para los niños que acompañaban a los padres a votar, y payasos que saludaban a los electores que se acercaban al colegio 182, en el centro de Moscú. Durante toda la mañana y primera hora de la tarde, la presencia de votantes fue fluida en el edificio, con gentes en los pasillos y algunas colas modestas formándose ante las urnas. Aunque anoche no había cifras finales de participación en las elecciones presidenciales, se prevé que colmarán las expectativas del Kremlin.

Un elevada abstención es la única incógnita de los comicios de ayer, habida cuenta de que que el principal candidato de la oposición, Alekséi Navalni, había llamado a boicotear la cita electoral. Esperaba que una reducida participación mermara la legitimidad del presidente, que afronta el que debería ser su último mandato, según lo estipulado por la Constitución.

Junto a la participación, existía la incógnita del grado de manipulación electoral. A la espera de las conclusiones del equipo de observadores desplazados por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, que tiene previsto ofrecer una rueda de prensa al respecto hoy, la oenegé Golos contabilizó, hasta las tres de la tarde, 2.288 casos de irregularidades, según informó la agencia France Presse.

prácticas irregulares / Muchas de las prácticas identificadas se han observado con anterioridad en otras citas electorales en Rusia. En particular el carrusel -mediante el cual votantes son acompañados en autocares-, votantes llenando de papeletas una urna, amén de amenazas y presiones sobre los observadores. También presiones sobre los empleados públicos para acudir a las urnas, muchos de los cuales se hacían selfis frente a los centros de voto para luego enseñar a sus inmediatos responsables.

Los trámites para el voto de los desplazados, que permiten a un elector que porte un certificado emitido por las autoridades ejercer su derecho en cualquier colegio del país, también generaban inquietud tanto entre los observadores como en la prensa independiente. En algunas regiones se constató que los ciudadanos que acudían a votar recibían regalos y alimentos.

El movimiento del principal candidato independiente, Alekséi Navalni, desplegó a 33.000 observadores por todo el país, y el propio bloguero anticorrupción denunció ya centenares de casos de irregularidades, sobre todo en el Cáucaso Norte, con cifras de participación superiores al 90%, y en la región siberiana de Kémerovo.

Precisamente Navalni protagonizó poco después del cierre de los colegios un tenso incidente con Ksenia Sobchak, candidata liberal con la que se disputa el electorado liberal y prooccidental. Sobchak se acercó hasta la sede moscovita del movimiento de Navalni, pero este rechazó la oferta de colaboración que le presentaba la presentadora televisiva. Los partidarios de Navalni consideran que la candidatura de Sobchak no es más que una maniobra del Kremlin para fragmentar al electorado liberal, y sembrar cizaña entre la oposición.