Me llamo Mustapha El Maati, nací en la ciudad marroquí de Kenitra, desde hace varios años resido en Cariñena y os quiero contar mi historia.

Empezaré en 2004/05, años en los que cursé el Bachillerato en Marruecos. Una vez terminado tenía dos opciones de seguir con los estudios: la universidad (pagar matrícula, tasas, etc.) o Formación Profesional con opción a trabajo posterior. Para poder estudiar, durante los periodos vacacionales trabajé desde los 12 años para conseguir dinero y poder ahorrar.

Me decidí por la formación profesional en la rama de construcción metálica y conseguí sacar el diploma de técnico en un curso.

Durante la formación recibí la llamada de una tía que trabaja en Europa en una cadena hotelera, y que se movía entre Portugal, España y Luxemburgo. Mi tía, que se casó con un empresario aragonés, me ofreció la oportunidad de poder venir a España, a la empresa que dirigía su marido en Cuarte de Huerva, ya que necesitaban mano de obra. La empresa se dedicaba a la decoración de escayola, por lo que me formé para el oficio. Mientras seguía con la formación, trabajaba gratuitamente por las tardes para poder especializarme en yeso y escayola, y en 6 meses conseguí que me reconociesen como oficial.

Comenté con cuatro primos la opción de poder venir a España a trabajar. Ellos aceptaron y reunimos el dinero necesario para pagar gastos médicos, abogados, tasas, DGA, pasaportes, etc. y venir a España en 2008, a María de Huerva, donde está situada la empresa familiar de mi tía.

Después de un año y medio de trabajo, y por motivos de la crisis de la construcción, la empresa tuvo que cerrar. El jefe de la empresa me facilita el contacto de tres autónomos que se dedican a lo mismo para que pueda conseguir trabajo. Uno de los autónomos me ofrece comenzar a trabajar con él al día siguiente. Desde entonces hasta el día de hoy sigo trabajando con él, fue como una segunda oportunidad. Además considero a mi jefe como un amigo, incluso me fui a vivir a su pueblo, a Aguarón.

Siempre tuve contacto con mi familia, intentaba viajar dos veces al año a mi país natal, Marruecos. En una de mis visitas por vacaciones fuimos a visitar una familia conocida de cerca de mi ciudad y allí conocí a Fátima la que actualmente es mi mujer. Era la primera vez que nos veíamos, pero me enamoré de ella desde el primer día en que la vi. Me gustó todo de ella, su belleza y su carácter. En su familia, como en otras muchas, no le permiten que salga con chicos sin estar prometidos, ya que es muy importante por sus tradiciones y religión, además es algo que yo también comparto.

Hablé con mi madre, le conté que me había enamorado de Fátima, pero teníamos el problema de que yo estaba trabajando y residiendo en España. Recuerdo que Fátima estaba a gusto conmigo y comenzamos a hablar por teléfono, a vernos con nuestras familias (eso sí se lo permitían), y a conocernos. Como estábamos felices juntos, le pedí a mi madre que hiciese la pedida de mano de Fátima a su familia, y ella acepta, y además está muy contenta. La única tristeza que tengo de ese momento es no poder compartir mi felicidad con mi padre que falleció en 2008.

El día que fuimos a pedir la mano de Fátima (febrero de 2015), fue un día muy especial y muy bonito: se invita a las familias a una comida especial tradicional, se entregan los anillos,… Una vez que se llega al acuerdo entre las familias para que se celebre el matrimonio, se lee un fragmento de nuestro libro sagrado Al Corán como inicio del matrimonio.

Por motivos de trabajo, vuelvo a España y mientras tanto solicito los papeles para el visado de Fátima.

Se organiza la boda para marzo del 2016. Las dos familias se ocupan de los preparativos, los invitados… Una vez casados, volvemos a España los dos, a Cariñena a empezar una nueva vida juntos.

Fátima poco a poco se va adaptando a la vida en España. Es muy luchadora y tiene mucho interés por aprender la lengua española y por integrarse. Asiste a clases de español al aula de adultos de Aguarón y va progresando mucho.

Aquí somos muy felices, estamos muy agradecidos a la tierra que nos ha acogido, Aragón y España. Ahora mismo vivimos en Cariñena, estamos muy contentos con la gente del pueblo, vecinos, amigos… son agradables y buena gente, aunque también echamos de menos nuestro país y nuestras familias.

Y, sin duda, lo mejor que nos ha pasado en España es que hemos sido padres de una niña preciosa el 31 de enero de 2017.