Un personaje sombrío emergiendo de las aguas de la balsa, una tela de araña que mece un cuerpo en movimiento, cañaverales que anuncian un largo camino, una frondosa cúpula de tamarices y puertas que separan dos mundos. Esto solo fue una pequeña muestra de lo que pudieron contemplar y disfrutar las personas que asistieron a La Parada de Casetas, una actividad programada en la semana cultural y que tuvo como escenario la Balsa del Ojo del Cura. Fue una simbiosis entre arte y naturaleza, entre lo espiritual y lo emocional, en un espacio recóndito y bello en el que luciérnagas de luz o hilos luminosos cobraron vida enmedio de la noche.

Esta experiencia artística y medioambiental se desarrolló durante dos noches, de viernes y sábado de mayo, en el Ojo del Cura, un humedal, patrimonio ecológico, situado en el barrio rural. Un total de 340 personas asistieron a esta actividad diseñada y dirigida por Nacho Arantegui, desarrollada por el equipo de la Asociación Trarutan, impulsada por la alcaldía, la asociación de vecinos y la casa de juventud de Casetas, y financiada por el Ayuntamiento de Zaragoza. "Esta propuesta descubre y redescubre un espacio natural como éste desde una perspectiva más artística y creativa. Teñimos el recorrido de magia y fantasía", comentó Arantegui.

El evento se desarrolló durante cuatro veladas nocturnas de dos horas de duración que invitaba a los asistentes a sumergirse en un recorrido en el que iban contemplando diferentes intervenciones artísticas e instalaciones construidas con materiales del propio entorno natural. También pudieron disfrutar de las actuaciones de danza butoh con Gonzalo Catalinas, Huguette Sidoine, Paloma Marina y Paula Gelpi; la danza contemporánea de Victoria Valdearcos; la performance de Yago de Mateo; la voz de Gustavo Giménez y Pilar Márquez y la música de Alfredo Porras. "Después de la buena acogida que ha tenido, la idea es repetir esta experiencia".