El salón de actos del Centro Cívico Isaac Valero se llenó de público el 28 de mayo para asistir a la presentación de libro Recuerdos de Casablanca, editado por la junta municipal y Ediciones 94, y escrito por la periodista Nuria Asín. En el acto intervino la presidenta en funciones del distrito, Leticia Crespo, quien aprovechó la ocasión para despedirse, puesto que tras las elecciones no volverá a ocupar la presidencia de la junta. Crespo resaltó en su intervención "la importancia de haber trabajado por el distrito", a la par que daba "las gracia a aquellas personas que han hecho posible una labor tan colaborativa", para conseguir, "avanzar y llevar a cabo múltiples proyectos en Casablanca", indicó la edil.

Con respecto al libro, Leticia Crespo destacó "el cariño que transmite", porque plasma las vivencias de los vecinos, así como "la importancia de recoger en un trabajo todos sus recuerdos, porque la memoria de las personas es la historia viva de un pueblo", apuntó la concejal.

Por su parte, el editor del trabajo, Heriberto Navarro, recordó cómo comenzó a fraguarse este proyecto, "nacido de una conversación dando un paseo por el barrio", y de "preguntarse porqué el centro cívico se llamaba Isaac Valero". Posteriormente, "pude saber quién era esa persona y cómo había trabajado por el barrio. Después, casualmente, lo conocí en un bar tomando algo y todo fue rodado", indicó Navarro.

La presencia de Isaac Valero en el texto del libro "es notable", señaló la autora, ya que "vivió 75 años en Casablanca. Es por ello, que ha contemplado la transformación de Casablanca", dice Nuria Asín. Además, este muelano de nacimiento, "fue el adalid de la lucha vecinal en el distrito, consiguiendo para él numerosos servicios", aunque para ello, Valero siempre estuvo "arropado por la Asociación de Vecinos Tomás Pelayo, de la que formó parte, así como de muchos vecinos de Casablanca, que le acompañaron en las numerosas manifestaciones que convocó", precisó Asín.

Una de las más notables fue cuando se pidió la ampliación de la línea 20 del autobús, para que llegara hasta Casablanca, "que secundaron más de 1.000 vecinos. Tras ella, se consiguió", indicó la autora del libro.

Si bien, junto a Isaac Valero hay otros muchos protagonistas en el texto, personas que han vivido la transformación del barrio, que ha pasado de ser un enclave netamente rural, a integrarse en la ciudad de Zaragoza como uno más de sus quince distritos --el más grande en extensión--, "aunque eso no ocurriera hasta el año 2003, en que Casablanca dejó de ser barrio rural", comentó Asín.

Hasta 1940 no comenzaron a implantarse los servicios, y la pavimentación de algunas calles no llegó hasta 1970. En este tiempo, "Casablanca tenía grandes campos de cultivo y zona de huerta", puntualizó Nuria Asín. Un pasado muy cercano en el que las familias vivían en sus torres, que se denominaban con el apellido de las mismas. El que también tomaban los establecimientos de aquel entonces, como la farmacia de los Rived, el estanco de los Lausines, la taberna de Valentín Peña o la tienda de ultramarinos de Pellicero o el taller de bicicletas de los Sarnago, que hoy sigue activo en la calle Embarcadero.

Lo que no se conserva es la ermita del Pilar, situada justo enfrente, ni el propio embarcadero del canal, por el que discurrían mercancías y pasajeros. Elementos para recordar que se encuentran presentes en el libro, que se puede comprar en las papelerías del barrio y el estanco.