Con la llegada del frío, el albergue municipal de Zaragoza empieza a recibir un mayor número de transeúntes que buscan refugiarse de las temperaturas extremas que se registran a la intemperie, o alimento o bebida caliente con los que combatir los rigores del invierno. Y, año tras año, se venía observando que la cifra aumentaba y que habría que tomar medidas para evitar el colapso.

En esa dirección se han adoptado decisiones que impidan la masificación y permitan condiciones más dignas para alojar a quienes necesitan techo. La imagen de dormir en los pasillos debían desaparecer en unas instalaciones que cada año soportan unos 150 visitantes en los días más complicados.

Por eso este año se ha decidido derivar a un mínimo de 60 personas a otros centros de la ciudad. Concretamente, al Refugio y al albergue juvenil de la calle Predicadores. Con la Hermandad se ha suscrito un convenio por el que se comprometen a alojar en unas instalaciones que han ampliado este año a "unas 10 personas" (ofrece 5 literas), según aseguró el director del albergue, Gustavo García. Mientras, con la residencia para jóvenes se ha firmado un contrato menor, por unos 17.000 euros, para disponer de 40 a 50 camas al día a las que derivar a usuarios del albergue municipal. Estos tendrán habitación y desayuno, y una sala común con ordenadores. El problema es que solo tendrá vigencia "hasta enero". "Hay que ver cómo podemos resolver el resto del invierno", apunta García.

A estos se suma un segundo convenio, firmado con Cruz Roja, para que se haga cargo de la asistencia a los transeúntes que vayan al albergue juvenil. Una persona estará físicamente en el centro por las tarde y a primera hora de la mañana para que, trabajando en coordinación con la Unidad de Emergencia, facilite el acceso y la estancia allí. Además, el consistorio ha instalado dos módulos prefabricados en el patio interior del albergue con capacidad para 33 personas.