Leo en nuestro diario que «el PSOE andaluz ya admite la abstención...». Esto es, que ese partido no se opondrá a la elección parlamentaria de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, optando a abstenerse. Ahora va a resultar que fueron inútiles los esfuerzos de las llamadas izquierdas para que Rajoy, el más votado de los aspirantes a dicha Presidencia y el único de los cuatro aspirantes con experiencia y formación conocida para ejercer solventemente cargo tan complejo, cuenta casi con la simpatía de los contrarios.

Ya hubo plumas que al comienzo de esta larga crisis, sugirieron la fórmula que aceptan ahora los socialistas andaluces, sin explicar por qué no la postularon al principio de este proceso, evitando la laguna en la que todavía está, diría uno, sumergida España.

Aunque este largo e innecesario proceso hay que censurarlo por lo costoso y también por la inmadurez política que ha demostrado más de un líder de los partidos a los que concierne el atasco electoral, la que ahora se anuncia como solución probable, trae consigo un hondo respiro para el pueblo que vota, señalando básicamente, una dirección (la más votada) y dejando a los líderes resolver las incidencias posteriores.

Como todos debemos ser congruentes a la hora de opinar de asuntos públicos, uno vuelve a recordar que nuestro Estado actual ha alcanzado un nivel de convivencia, de información y de cultura bastante superior al de cualquier tiempo de nuestro pasado y en definitiva, porque la inmensa mayoría de nuestro pueblo ha comprendido que, convertir la convivencia en un drama cotidiano, es la peor de todas las soluciones.

Pero nadie podría negar sinceramente, que toda esta «campaña esteparia» que intentó acabar con Rajoy, tratando de impedir su acceso de nuevo a la presidencia del Gobierno, se llevó a trancas y barrancas y suponiendo por la implícita, que el Estado podía seguir adelante el tiempo que fuera, sin presidente de Gobierno y... Sin Gobierno. Y de paso, también con las Cámaras parlamentarias en práctica situación de vacaciones pagadas.

Era tan poco deseable aquello de las terceras elecciones para diciembre, que apenas se pueden encontrar partidarios de ellas, salvo los que sólo quieran meter ruido. Nadie puede ignorar que sin Gobierno, todas las Administraciones se quedarían a media luz si es que recibieran alguna. Quiénes ignorasen en realidad tan elemental, no estarían preparados para cooperar efectivamente ni con el Gobierno ni con cualquier ente público. Además, los partidos de la oposición, ¿qué oposición ejercerían fuera de sus escaños? Su función esencial está en la correspondiente Cámara legislativa (Senado o Congreso) y el Estado ya gastó según he leído en los medios, 18 millones de euros en retribuir a esos padres de la Patria que mal a su pesar, aún esperan más o menos de manera impaciente, su primera intervención en una de aquellas Cámaras.

Allá por el pasado mes de julio y en uno de estos artículos, se me ocurrió preguntar a qué jugaban algunos de nuestros partidos, advirtiendo que «como nadie escapa a su sombra», deberíamos todos procurar encontrarnos con los otros, apoyándonos en lo común (la democracia) e ignorando los efectos de las cosas que no separen, las diferencias que no contemplemos con idéntico criterio.

Debe reconocerse que la situación actual de nuestras instituciones públicas principales se encuentra indudablemente, como en el paro aunque con la ventaja de la retribución asegurada.

Hay una medida que tomar respecto de este problema: consiste en disponer ciertas previsiones normativas que en la medida de lo justamente viable, impidan que se repita en el futuro la misma situación que llevamos padeciendo casi un año; «recuerde el alma dormida» que hasta la legislación más seria, debería intentar hacernos la vida un poco más sencilla al personal de a pie.

La realidad es que resulta muy difícil, como es natural, obtener una mayoría abrumadora y que consecuentemente, prevalezca sobre el porcentaje de votos que adquiriese cada uno de los otros partidos concurrentes. A eso hay que añadir que sin duda alguna, la situación podría repetirse en futuras ocasiones y convendría entrenarnos para saberla resolver. H