Entre los próximos a Carlos Escó (por ejemplo su esposa, Eva Almunia, que fuera consejera de Marcelino Iglesias, alto cargo de Educación en el Gobierno de Zapatero y primera candidata socialista en las autonómicas del 2011), se daba por sentado que lo de Plaza no pasaba de ser una represalia política cuyas repercusiones judiciales quedarían en nada. Pero el destino, inexorable, ha alcanzado al exviceconsejero, al empresario Agapito Iglesias y al anterior gerente de la Plataforma Logística, Ricardo García Becerril. Y de momento les han caído cuatro años, una pena con la cual no te libras del talego. Escó aún ha de ser juzgado por lo de la pista de karts y el llamado caso saqueo, que es el gordo de verdad. No me gustaría estar en su pellejo.

Este primer fallo relacionado con la gestión de Plaza se fundamenta esencialmente en las malas prácticas del presidente y el principal ejecutivo de la sociedad pública (Escó y García Becerril, respectivamente), que encargaban y pagaban obras por su cuenta a mayor beneficio de Agapito, entonces brazo empresarial y futbolero del Marcelinato. Se sentían intocables, y si alguien aludía a lo caro que estaba resultando urbanizar y construir en la plataforma, le desautorizaban alegremente. ¡Ja, ja ja! Así dejaron un rastro que ahora les incrimina con una apabullante carga de prueba.

El destino hace de las suyas por todas las Españas. Y no solo en el tema de la corrupción (que ayer iba a tope con la declaración de Pujol senior y el juicio del caso Noos, donde las explicaciones de los mendas ponen los pelos como brocas de taladro). El día a día está igualmente dominado por lo inevitable. Por ejemplo en Zaragoza, donde el Gobierno municipal se ahoga atrapado en el consabido cepo: una empresa concesionaria del transporte público (AUZSA), trapacera, codiciosa y habituada a salirse con la suya, y un sindicato (CUP) que presume de ser muy de clase, muy combativo, pero que ahora mismo está acabando con el crédito de ZeC para gozo y regodeo de la derecha. Ramo (gerente) y Anadón (presidente del comité) van a dejar aviado a Santisteve (alcalde). O sea, más tieso que la mojama.