La Romareda registró ayer una buena entrada a pesar de que no era día de partido. Y es que el club, en una idea promovida por la Federación de Peñas, había decidido jornada de puertas abiertas para el entrenamiento del Real Zaragoza. Cientos de aficionados vitorearon al entrenador Popovic quién se dio un auténtico baño de multitudes. Al acabar, le reclamaron tanto estrechar su mano que tuvo un traspiés y casi acaba en el foso. Solo fue un susto.