Ha quedado claro que el bipartidismo puede ser de cuatro, dos que son o tiran hacia la derecha y otros dos que son o dicen ser de izquierdas. En cada presunto bloque, la suma no da para coger la vara de mando sin apoyos periféricos. Y en vaya tiempos. Esa es la diferencia del bipartidismo múltiple. Si además pactan los dos del medio,que son uno de cada y a la vez niegan por separado acercamientos a ambos extremos, del bi se pasa al tri. Pero solo en época de celo y para exhibir las mejores plumas durante la danza del cortejo. Fallado el apareamiento se vuelve a los cuatri, que inician precampaña con la melodía de "quién puso más..." y la esperanza de migraciones en el cuerpo electoral que ponga en valor las matemáticas básicas, las de las cuatro reglas, no hace falta más. Pero como entre la abstención y el aborrecimiento la aguja del mandar no mueva significativamente y deje un escenario similar al de la Navidad pasada a ver quién se hace cargo de despejar las derivadas de esta sanjuanada. Porque en la tarima están los mismos de hace seis meses con la tiza entre los dedos y en la pizarra aún se pueden leer sus mensajes. A lo mejor hay suerte para algunos que tienen clientes fieles y recuperan a los volubles; o para otros que pueden atraer fugas coyunturales en agradecimiento al intento pretendidamente desinteresado; tal vez mejoren los nuevos pactistas de colores cálidos y puede ser que salga bien la suma que planta cara a la Ley dIHondt. Todo es posible. Lo que es difícil es que sea a la vez.

Periodista