Tuvieron que perder las elecciones de manera escandalosa, para dejar de mirarse el ombligo y mirarse las vergüenzas. Soy ya muy mayor para sorprenderme por estas mutaciones psicológicas. Pero ahí están las firmas de los 30, que han decidido quitarse las ropas y mostrar sus desnudeces.

Encabezados por la exministra Carme Chacón, treinta socialistas se han salido del corro. Un corro que, pasadas las semanas del sonrojo, volvía alegre al colegio a servir a la patria. Las huestes eran menos por las heridas y bajas, pero eran huestes. Con poltrona y móvil. La consigna es "Arreando que es gerundio", y la regla de oro: no mirar atrás.

30 socialistas van a discutir por qué lo hicieron tan mal. Hombre, eso está bien. Personalmente hablando me la suda desde hace años porque mis ideologías no coinciden. Por decirlo a la llana: soy socialista, por eso no voto PSOE. Pero parece que más de cuatro y más de mil con carné, se acercan a mi pensamiento. En efecto, más bajo no se podía caer: ¿era socialista meter caña a la clase currelante? ¿Socialista es indultar a un banquero? Mira, con la que está cayendo, un sociata de verdad no debería reír nunca en público. Las obscenidades para la intimidad. Han logrado esos treinta y cien mil más destilar un perfume de tristeza en la ciudadanía, ahogar cualquier esperanza, matar el futuro de cualquier joven. ¿No han tenido tiempo en ocho años de debatir por la muerte justa, romper con el Vaticano, elevar la calidad de la enseñanza, poner en los altares a la clase médica? ¿Y tú me lo preguntas? Eso es socialismo.