No se enfaden, por favor. Y déjenme decirles una cosa: lo malo de este país nuestro no es que haya dos Españas (o tres o cuatro o más, si contamos las periféricas); lo peor es que una de ellas tenga la obsesión de convertirse en la única a puro huevo. Calma, pues, y riámonos los unos de los otros, que estamos en el paraíso del chiste y en la tierra del surrealismo.

No pretendo ni he pretendido nunca hacerle la nota cariñosa a lo que suelo llamar la izquierda oficial (o sea, las izquierdas). Creo que el conjunto de organizaciones (partidos y sindicatos básicamente) que integran ese ámbito político no han evolucionado bien a lo largo de los tres últimos decenios. Se han esclerotizado, han perdido frescura ideológica, han contemporizado con las malas prácticas y han acabado convertidos en una especie de cooperativas de intereses muchos de cuyos dirigentes han perdido casi todo contacto con la realidad. A la derecha le escandalizó que el domingo desfilaran en las manifestaciones contra la reforma exaltos cargos socialistas. Y sin embargo, aquél era el momento en que dichos cargos volvían a rozarse en alguna medida con la gente del común, con sus afiliados, con sus votantes.

El problema es que los errores y traiciones de esa izquierda de coche oficial, gastos de representación y corte de estiralevitas no ha mejorado ni la actitud ni las intenciones de la derecha. Llegado al poder, el PP se ha lanzado a una contrarreforma brutal, injusta e inútil. Rajoy nos está metiendo en una profunda recesión, y el hecho de que él mismo proclame (con cierto regodeo) las penurias que nos aguardan no reduce su responsabilidad.

La derecha pretende imponer su programa máximo en tiempo récord. Con la crisis y el desempleo como coartada absoluta está deconstruyendo la democracia social; o sea, hace lo que siempre le pidió el cuerpo. Ésta es hoy la cuestión fundamental, por encima de la decadencia de las izquierdas. Llegan las injusticias y llega el autoritarismo (sabemos lo ocurrido en Valencia, pero... ¿qué hacían el domingo, en Zaragoza, los furgones de los antidisturbios pisando los talones de los manifestantes?). Así de seria está la situación.