La escritora española Carmen Posadas vuelve a la actualidad, a la gira, on the road again con un tema y un siglo clásicos: las intrigas en la corte de los Borbones en la época de la Ilustración. Con Carlos IV, María Luisa de Parma, Juan Pignatelli, Francisco de Goya o Cayetana de Alba como principales protagonistas.

En particular, esta última copa buena parte de la novela, titulada La hija de Cayetana (Planeta), debido a la adopción de una niña mulata, procedente de la esclavitud, la pequeña María Luz, que se integraría en su familia como un vástago natural, y a la que acabaría dejando buena parte de su fortuna.

En La hija de Cayetana destaca la ambientación, rigurosa y rica, la descripción de trajes y salones, enseres y carruajes, costumbres y ritos, de modo que, sin apelar a un esfuerzo de la imaginación vamos a situarnos a las pocas páginas de lectura en el palacio de Buenavista, en el puro centro de Madrid, donde viven los duques, o en el palacio Real, en el de Aranjuez, residencias reales, en el paseo del Prado, en los mentideros de Puerta del Sol o Plaza Mayor, o en el estudio del genio de Fuendetodos, una vez más protagonista de excepción, no sólo por su talento, sino también por su novelesca, intensa, romántica relación con Cayetana de Alba.

María Luz, la hija parda de la duquesa, será una del casi millón de esclavos que a finales del siglo XVIII había en la península. Procedentes en su mayoría del Caribe y de África, se empleaban en labores del hogar y del campo, como mascotas, diversión familiar o experimentación rosussoniana en torno al mito del buen salvaje, acuñado por el filósofo francés. Una realidad histórica degradante y marginal, inhumana, olvidada, que en la novela aflora en toda su crudeza, dando voz y sentimientos a esos esclavos de las principales casas nobiliarias españolas, o de cualquiera que pudiera comprárselos.

Pero el mayor encanto de La hija de Cayetana reside en su propia urdimbre novelesca, en la capacidad de Carmen Posadas para recrear o inventar personajes de época, pero muy actuales, que comunican vitalidad y pasión, alegría o condena de existir, predisposición al amor, al arte, a la transgresión de clases o normas. Una historia llena de entretenimiento y color que es fiel con la época y representativa de un Madrid cortesano que todavía era el ombligo del mundo. HSClB