Gran Scala, el proyecto que ha traído de cabeza a las instituciones aragonesas desde hace cuatro años, acabó ayer su ridícula peripecia. Se fundió como lo que siempre fue: un montaje de medio pelo, una quimera absurda e imposible que sólo pudo tomar cuerpo por la torpe complicidad del Gobierno de Aragón y de otros entes públicos y privados. Ahora, sin embargo, muchos de los que se apuntaron al carro de la supuesta inversión multimillonaria se dan la vuelta y disimulan la pifia.

Este diario se quedó prácticamente solo cuando empezó a recoger primero opiniones contrarias al presunto proyecto y, casi inmediatamente, a investigar su origen y la naturaleza de sus promotores. Así descubrimos que los integrantes de ILD, la empresa que supuestamente iba a crear un nuevo Las Vegas en medio de Los Monegros, eran en realidad unos aventureros sin dinero ni credibilidad. Demostramos (y jamás fuimos desmentidos) que Gran Scala era una fabulación montada desde sociedades fantasma insolventes e instaladas en paraísos fiscales. Advertimos de la presencia en el asunto de personas cuya trayectoria no era precisamente recomendable. Pese a todo, en las instancias oficiales se mantuvo contra viento y marea el apoyo explícito a tan incalificable negocio. Incluso ayer mismo aún se pretendía mantener viva la esperanza en un nuevo plazo para formalizar el pago de la compra de suelos en Ontiñena. Tal ceguera resultaba tan patética como lamentable.

La neociudad del ocio y el juego que iba a movilizar decenas de miles de empleos y miles de millones de euros nunca existió salvo en la credulidad de quienes gobernaban Aragón, una credulidad compartida por PAR, PSOE y PP. Tal disparate no sólo hizo perder el tiempo y la credibilidad a nuestra principal institución, sino que puso de manifiesto la levedad de sus exigencias éticas a la hora de colaborar y firmar convenios con supuestos empresarios. Produce escalofríos imaginar hasta dónde hubiera llegado la complicidad con ILD si EL PERIÓDICO no da la voz de alarma.

Actualmente, y de acuerdo con lo firmado, ILD ha perdido sus opciones sobre las tierras que pretendía comprar en Ontiñena. Y si hubiera logrado presentarse con algo de dinero, éste habría sido retenido de inmediato para hacer frente a la reclamación del despacho de abogados que llevó los asuntos de la promotora y aún no ha cobrado.

Se acabó el cuento, se acabó el espejismo. ¿Habremos aprendido esta lección?