Aveces, lo confieso, no sé si Mariano Rajoy es un cínico, un cachondo o un infeliz que incluso se cree lo que dice. Vista su permanencia en el poder y su capacidad para sobrevivir a las derrotas electorales, las catástrofes y a sus propias mentiras, cabe deducir que en él se mezclan una elaborada falta de escrúpulos con un peculiar sentido del humor. De infeliz, nada. Es un político profesional, un personaje capaz, como hizo ayer, de ponerse a sí mismo como garante de la estabilidad institucional cuando son él y su partido los que están poniendo a España y sus regiones en la cuerda floja.

Donald Trump presumió en algún momento de que podría circular por la Quinta Avenida disparando contra la gente... y aun así mantendría sus expectativas electorales. No es el caso de Rajoy, por mucha fidelidad que le demuestren sus adeptos. A veces, cuando le reprocha a de Pedro Sánchez estar dispuesto a cualquier cosa con tal de coger el poder, parece olvidar sus propios manejos (y los de quienes le apoyaron) para llegar a La Moncloa con una mayoría tan relativa y tan poco mayoritaria en el Congreso. ¡Pero si hasta fue necesario que la aristocracia socialista derribase a su propio secretario general! Alguien debería explicarle a Mariano que no es presidente por la gracia de Dios ni saca adelante los Presupuestos Generales por arte de magia (sino pagando peaje al PNV).

Total que Rajoy empezaba a cogerle cariño a Sánchez y ahora este vuelve a las andadas y le arrea una moción de censura por su sitio. ¿Qué otra cosa podía hacer el socialista? Si está a lo que está, era imposible que permaneciese calladito y colaborador con la que está cayéndole a la competencia. Es ahora o nunca, y el bienplanchao Pedrito (ahora menos guapo pero más puesto) no tendrá otra oportunidad. Rivera, claro, administrando la situación: si cae el Gobierno pepero, bien; si fracasa la moción, también; si hay elecciones ahora, genial; si llegan dentro de dos años, mal será que le cojan indispuesto. Y en medio de semejante coyuntura... los de Podemos votando el chalet de los jefes. Qué cosas.