La situación es insólita: en estos momentos el tendido férreo que cruza los Pirineos por Canfranc ha sido renovado en el lado francés, desde Oloron a Bedous, y por él circulan ya convoyes modernos... Llegan a solo 30 kilómetros del túnel que desemboca en España. Nadie creyó, durante décadas, que tal cosa sería posible. Por el contrario, no pocos cargos públicos de nuestro país profetizaron que no cabía hacer nada con esa infraestructura porque nuestros vecinos jamás mostrarían por ella el menor interés. "París pasa del tema", se dijo. No ha sido así. Y ayer, en Bruselas, el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, se dirigió a las autoridades comunitarias para pedir su apoyo financiero a una reapertura definitiva de la línea, cuya iniciativa descansa ahora sobre el imprescindible esfuerzo del futuro Ejecutivo hispano. De momento, la UE ha incluido el Canfranc en un paquete con otros 14 proyectos europeos. Pero eso no es suficiente.

¿LLEGA LA HORA DE LA VERDAD?

Durante demasiado tiempo las noticias relativas a una posible reactivación del Canfranc han ido cayendo a plomo sobre una opinión pública aragonesa cada vez más escéptica. Recuperar el paso del tren por el viejo túnel (utilizado desde hace décadas para realizar experimentos de Física Atómica) se ha mantenido sin embargo como una de esas aspiraciones inmunes a cualquier desaliento.

Por eso, para no reeditar a la inversa la fábula del pastorcillo y el lobo, ha llegado el momento de poner la carne en el asador y dar por supuesto que estamos ante una oportunidad inédita. La última quizás.

UN PROYECTO FACTIBLE

La pelota está en el tejado español. Es aquí donde ahora, en simetría con lo llevado a cabo en Francia, debe ser reparada integralmente la línea, despejado el túnel y rehabilitada la estación internacional. Una serie de objetivos complejos y que no saldrán baratos aunque la UE eche una mano.

Para que todo tenga sentido, el compromiso del futuro Gobierno de España debe aunarse con la elaboración de un proyecto factible que dé sentido a un eje transfronterizo que jamás será una línea de alta capacidad, pero sí puede ofrecer interesantes usos turísticos y para el transporte de mercancías. Lo que está por ver es si Madrid pasa del tema... o decide impulsarlo.