La votación de los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) que descartó a Madrid en la primera eliminatoria de las tres ciudades finalistas para organizar los XXXII Juegos Olímpicos de la era moderna cayó como un jarro de agua fría. Aunque era la tercera vez consecutiva (la cuarta que optaba pues también se presentó para los Juegos del año 1972) que la capital de España aspiraba y no conseguía la designación, la negativa de ayer sorprendió por su rapidez y contundencia. Es difícil precisar en todos sus extremos las razones que han llevado a la organización a dar este paso, pero ya en las fases preliminares había quedado claro que la situación económica de España, la forma en que la recesión se ha cebado con el país y sus ciudadanos, era el principal inconveniente de la candidatura. El segundo handicap tenía que ver con el dopaje, con los numerosos casos que se han descubierto en el país y que han afectado a varias disciplinas olímpicas.

Aunque los actos de ayer en Buenos Aires, la presentación definitiva de las candidaturas, se rodearon como siempre se hace de una gran parafernalia, no dejaban de ser el colofón final de un proceso en cuyo devenir la inmensa mayoría de los miembros del COI ya habían tomado su decisión. Por tanto, es descartable que las presentaciones, en las que los primeros ministros de Turquía, Japón y España tuvieron un papel destacado, fueran tan decisivas como ayer mismo parecía. Sobre la de Mariano Rajoy hay que decir, no obstante, que aun y tocando lo que tenía que abordar --la crisis-- pecó de exceso de optimismo, llegando incluso a hablar de que España lidera el crecimiento de las exportaciones en Europa. La sombra de Italia, que retiró la candidatura de Roma a organizar estos mismos Juegos debido a la crisis económica que afecta al país, sobrevoló ayer el hotel de Buenos Aires donde se celebró la convención. Italia tiene mucho menos paro que nosotros y su banca no ha tenido que pedir ayuda a la Unión Europea.

La elección de Tokio hay que entenderla como una apuesta por un valor seguro, desde el punto de vista organizativo, dado que ya gestionó con éxito otros JJOO, y también desde la perspectiva económica. El país vive mejor la recesión que Europa y Estados Unidos, mientras que su Gobierno ha iniciado una esperanzadora política económica autónoma. Fukushima es un problema, sí, pero el Comité Olímpico Internacional se solidariza con Japón, como hizo el mundo entero en el 2011 tras el tsunami.