Hace frío, pero cantan los pájaros. En medio de toda la desesperación del mundo, se abre marzo de piernas. En medio de esa angustia generalizada, a veces inexplicable, entra el mes de las flores a traer un poco de sol. El sol geriátrico de marzo, el sol de letargo e hibernación. Faltan minutos para que afloren los ombligos, o lo que toque este año enseñar, seguramente todo porque el invierno está siendo muy áspero, pleno de opacidad, y los cuerpos piden resarcirse: esa venganza que es hambre de vitamina C. Se quejan las depiladoras. Aún quedan esquinas de nieve sucia de la semana pasada, nieve ya caducada, que no da ni para un copo. En medio de la barbarie de los termómetros, asoma la nariz el mes de marzo, que antes no era el mes de las flores, pero ahora con el cambio climático, climatérico, clitoridiano, y con la velocidad de los tiempos, lo va a ser. La fiesta anual de las flores decreta la llegada de la primavera, la fiesta de la rosaleda más chic de la city aterida dicta la llegada del buen tiempo, y este año coincide con la fivemarzada, fiesta popular y gambas con anorak. En medio de toda esa zozobra de emigrantes desesperados porque nadie los contrata sin obtener algo a cambio, irrumpe el cincomarcismo, fiesta laica y verbenera, quizá el auténtico carnaval de vino y rosas, fiesta laica que por inédita parece religiosa. Por inédita y porque se contamina del rumor de bombos, que se entrenan más que Fernando Alonso. En Aragón superamos la media de hipotecas del mes español, y la media del importe de la hipoteca media.

Pleno frenesí. Estrés de notarios. Mucho gentío exige a los emigrantes un plus de trabajo por el morro para firmarles el contrato, ese papel definitivo que vale la vida. Que me cuide el niño más horas, etc. Todo se sobrentiende sin decirlo. En cada transacción hay un poco de ese tres por ciento (3%) que ha aflorado en un desliz catalán aunque ya el ronroneo era notorio. El ronroneo, como el pensamiento, no delinque, pero hace nervios. En medio del sordo estupor por lo difícil que se hace ir viviendo y lo que ha subido el kilo de suspiros, pían los gorriones a primera hora de la tarde. No pían por hacer ambiente y bucolismo ciudadano: pían porque se disputan la rama. Marzo, el mes de las fleurs, la cuarta ola gélida. Pían en el forcejeo por tener vistas a la Expo, trastero, garaje, papeles...

*Periodista y escritor