Nos falta una política sensible a las circunstancias de la ciudadanía. El poder ha generado una brecha enorme entre el ellos y el nosotros y pese a eso, creo que la solución pasa por la construcción política sin que su ejercicio sea desde la asepsia de los púlpitos. Me pregunto si no estaré cayendo en un profundo sentimentalismo ñoño y me acerco al diccionario de la RAE para comprobar la definición de sensible. 1) Que siente, física y moralmente. 2) Que puede ser conocido por medio de los sentidos. 3) Perceptible, manifiesto, patente al entendimiento. 4) Que causa o mueve sentimientos de pena o de dolor. 5) Dicho de una persona: Que se deja llevar fácilmente del sentimiento. 6) Que cede o responde fácilmente a la acción de ciertos agentes. 7) Se dice de la séptima nota de la escala diatónica. No sólo sé que lo que pensaba de sensible se acerca a lo fijado, limpio y esplendoroso de la Academia, sino que aprendo que también es una nota musical. Vuelvo a la idea, un representante político ha de ser sensible a los problemas de la ciudadanía. De lo contrario, no hace política sino negocio y desarrollo de su marca personal. Y al nombrar lo sensible me acuerdo de Ramón Gómez de la Serna y de su estupendo "Ensayo sobre lo cursi" y me visto de exploradora coleccionando algunas de sus perlas "hay dos clases de cursi: lo cursi deleznable y sensiblero y lo cursi perpetuizable y sensible o sensitivo.( ) En los momentos de gran preocupación social, de fuerte involucro de los valores y los sentimientos, aprovechando que las gentes no están para nada, tiende a prevalecer lo cursi malo. Lo sensiblero coacciona, adormece, inmoviliza, recarga, suprime vuelo al espíritu, se aprovecha de la gangosidad de la ternura y de la debilitación de lo blandengue. ( ) Lo cursi bueno es, frente a lo cursi malo, lo que lo sensitivo es a lo sensiblero. Lo sensitivo no se aprovecha de la ternura, no abusa de ella, sino que la hace funcionar en ondas puras, sin dejar que caiga el alma en perezas deleznables. Lo cursi malo esteriliza la vida y evita la comprensión". Me viene la imagen de Raúl de la Hoz, diputado en las Cortes de Castilla y León y abogado en ejercicio que en su asistencia letrada a Bankia, pidió que un juez embargase la prestación por desempleo a una mujer a la que la entidad reclababa dinero tras la ejecución de su hipoteca. La incomprensión propia de lo cursi malo a la que se refiere Ramón.

Se producen más de 500 desahucios al día, la tasa de desempleo se sitúa en el 25% y uno de cada cinco españoles está bajo el umbral de riesgo de pobreza. Esta realidad tendría que servir de bozal a la halitosis de la oratoria dolorosamente cursi y vacía que desprenden los gobernantes. Frente a eso, la necesaria comprensión y sensibilidad de lo cursi bueno de Ramón hacia los problemas ciudadanos, "no hay otra salvación en los tiempos que por raquíticos se vuelven verdaderos y en los que vivimos en el fondo seco de la taza de la vida, en el azucarero vacío, en la cuartilla sin proyecto". Activista cultural