Las mujeres han colocado su lucha en el primer plano del debate político y social de este país. Se ha cumplido el objetivo que se impusieron todas aquellas, jóvenes en su mayoría, que tuvieron claro que era el momento de iniciar un cambio de ciclo y poner el denostado feminismo de moda. Y la marea morada ha arrastrado a los partidos (al final la cúpula del PP aragonés fue ayer a la manifestación de Zaragoza) a los sindicatos, a las feministas de antes y a muchos hombres ocupados hasta ahora en otras cuestiones.

Lo de ayer es lo simbólico, pero muy importante. Porque el feminismo se ha vuelto a poner en vanguardia, como en los años 80 en que las manifestaciones del Día de la Mujer estaban llenas de gente en Zaragoza y otras capitales. Luego fueron decayendo hasta que al final se juntaban 200 personas y casi estaba mal visto llamarte feminista.

Lo de ayer es un punto de inflexión porque la gente más joven se ha creido que puede arrastrar a todos los que tienen que meter a mujeres en los consejos de administración, a los que tienen que mirar currículum ciegos para decidir a quien contratar y a los que tienen que evitar que a las mujeres se les pague un salario medio por hora un 14% más bajo que a los hombres. Lo siguiente tendrá que ser ya lo material. Porque esto está pidiendo a gritos un cambio, y que el 50,9% de la población logre lo que el 49,1% ya tiene solo puede ser bueno para todos. Hacía falta este empujón para poner el listón de la igualdad en otro punto. H