Un reportero de France Press me llamó el otro día. Prepara un trabajo previo al 20-D. El tema es Aragón, el Ohio español, la comunidad autónoma que, al igual que dicho estado norteamericano, resume las tendencias electorales de todo el país. Así que el colega me preguntó sobre la situación política, la economía, la corrupción... Buuufff, ¡la corrupción!

¿Qué podía decirle? Pues que aquí no ha existido, o si ha existido no se ha descubierto, una corrupción en red, organizada, transversal y estructural como en Valencia o Andalucía o Baleares o Cataluña. En la Tierra Noble (¡je, je, je!) los mamoneos han sido detectados en focos específicos, aparentemente aislados entre sí: La Muela y Plaza, por ejemplo. Pero tampoco soy capaz de descartar nada, porque la duda me corroe y alguna de las incógnitas que flotan en el aire sugieren respuestas tan obvias como perturbadoras. Por otro lado, la actuación de jueces y fiscales sería capaz de desorientar a cualquiera. Tras más de ocho años de instrucción sumarial, díganme ustedes que emoción ha de tener la próxima vista oral del caso La Muela. Por no hablar de las incógnitas que genera sistemáticamente el hecho de que unos temas se investiguen... y otros no. ¿Por qué no?

No lo sabemos todo. Ni los más enteradillos. Qué va. Y si sabemos o intuimos algo, quizás no podamos probarlo. La ruina de la CAI, por ejemplo. No fue cosa de unos cientos de millones ni siquiera de unos pocos miles. El saqueo debió ser mayúsculo. Al margen de los escandalosos sueldos y pensiones de los directivos, lo más gordo (gordísimo) se fue en inversiones inmobiliarias de alto riesgo, créditos temerarios e inexplicables, compras de empresas semihundidas. Pero ahí no se ha entrado a fondo. Ni siquiera la comisión de investigación creada por las Cortes fue capaz de poner nombres propios a tales inversiones, créditos y compras. Cuyos beneficiarios, eso seguro, no eran personas desconocidas que pasaban por allí.

Tal cual se lo di a entender al periodista francés. Ya le detallaré algo más cuando venga a verme dentro de unos días. Sin resolver las dudas, claro.