Cabe la duda de si los futuros encuentros electorales en las Españas ,dejando al margen el 21-D, van a estar determinados por las ondas expansivas del conflicto catalán o quedará algún margen para que la política gane premios o merezca castigos en otros escenarios. Por ejemplo en la gestión de la Comunidad o de la ciudad de Zaragoza. Si así fuese, si existiera la posibilidad de debatir y comentar algo que no sea el relato nacional de unos u otros, las principales instituciones aragonesas, a solo año y medio de su renovación, habrían entrado en un instante decisivo. Ahora es cuando sus gobiernos y las respectivas oposiciones tienen la última oportunidad de definir el resultado final de la partida.

Las izquierdas, a las que el electorado premió en 2015 con el control del Gobierno aragonés y los ayuntamientos de Zaragoza y Huesca, entre otros, van a tener su piedra de toque en la negociación de los presupuestos para 2018. Pueden resolver el reto con limpieza y abrir un ejercicio activo y provechoso... o pueden, como ya ha ocurrido, enredarse en un tiroteo sin sentido, perder tiempo, confundir a la ciudadanía y mostrar su peor imagen: sectarismo, dogmatismo, infantilismo y mala hostia. En tal caso, todos perderán: PSOE, Podemos, CHA, IU. Porque en estos momentos o se salvan juntos o juntos se vienen abajo. Y si pierden el poder que comparten, no valdrá consolarse con que uno haya ganado algunos votos a costa de otro.

La derecha lleva más de dos años administrando a distancia los enfrentamientos en la banda contraria. Sobre todo en las Cortes y el pleno municipal zaragozano, donde el trabajo de demolición del PP, secundado siempre por Ciudadanos, ha incidido en las diferencias entre PSOE y Podemos. Pero los conservadores tienen, en teoría, una asignatura pendiente: proponer algo, plantear alternativas positivas, explicar qué pretenden hacer si recuperan el poder. Eso... si no les basta con apelar al patriotismo unionista, barajar los habituales lugares comunes y cortar el cupón que les corresponda. Y ahora son dos a repartir.