Aragón recuperará este año el Producto Interior Bruto que tenía en 2007. Diez años después se logrará llegar… al punto de salida de entonces, la riqueza que consigue producir un territorio en un ejercicio. Una década de sacrificios para volver a donde estábamos. Lo positivo, por supuesto, es que al menos se ha recuperado ese nivel, lo preocupante es que se alcanza con 70.000 ocupados menos y 45.000 parados más. Volvemos de nuevo a tener que mirar las balanzas de redistribución de la riqueza lograda. A no ser que se interprete que se ha ganado en competitividad; con menos trabajadores se alcanza la producción de la misma riqueza. Mucha innovación se tenía que haber dado -y no parece que haya sido una apuesta alentada hasta esos niveles en época de crisis—para que se compensen esas cifras. Precariedad, bajos salarios y condiciones laborales en general tienen más posibilidades de ser las paganas de ese binomio trampa. Con todo, la posición de salida no garantiza que el recorrido posterior pueda recuperar la trayectoria que llevó a alcanzar aquellos valores. Los nubarrones no solo se generan en las chimeneas de la térmica de Andorra, los sindicatos han amenazado con un «calvario» si no se logra un pacto salarial que recupere el poder adquisitivo de las nóminas. Y del maná del Estado para atender desarrollos alternativos al negro futuro del carbón se tendrá que esperar menos. Tanto como los millones de euros de precio que el PNV ha puesto al PP para garantizar los presupuestos generales. En el fondo, el mismo asunto de redistribución.

*Periodista