Que nadie espere manifiestos, barricadas, comunas, represiones indiscriminadas... Al menos en el Occidente desarrollado ahora las revoluciones no estallan, se van viralizando en el tejido social y sus redes. Sí, la revolución ya está aquí, en Grecia y en España, dos de los países más apaleados por el austericidio euroteutón y la tiranía oligárquica de los mercados. Aparte de esas afrentas, en el proceso revolucionario han desempeñado un papel fundamental las tecnologías digitales, que hacen posible una continua democracia participativa y han propiciado la crisis de los medios de comunicación tradicionales, nódulos que moldeaban los "marcos mentales" de la opinión pública. En este marco de cambio tecnológico y comunicacional, en España el desvelamiento de los desmanes, corruptelas y latrocinios sistémicos de la entente político financiera han ido poniendo en evidencia las miserias del régimen de la transición. Por ello una buena parte de la ciudadanía cada vez más informada, preparada y activa ha devenido sujeto revolucionario.

La carcoma del sistema ha afectado a los agentes políticos y sociales implicados, más allá del eje tradicional "izquierda/derecha", sustituido ahora por una nueva axialidad transversal --"los de arriba y los de abajo"-- que Podemos ha sabido capitalizar. No se trata de una estratagema demagógica; los datos avalan que la crisis ha beneficiado a una minoría enriquecida a costa de una mayoría pechadora. Los populares han gobernado para las oligarquías financieras al dictado de Merkel manteniendo su retórica de emprendimiento y clases medias: ¿no es eso populismo? Los escándalos que se van sucediendo son de tal calibre que van fulminando todos los mitos que el neoliberalismo había logrado imponer en el tablero social ante el mutis impotente de la socialdemocracia: la eficiencia gestora de la derecha (el gobierno de Mato, Gallardón, Báñez y compañía), su solvencia en el área económica (Rato, Blesa...), su patriotismo (la cleptocracia organizada, Cataluña al borde de la secesión...); si hasta la catolicidad de los populares está hoy en cuestión haciendo peligrar su ala fundamentalista... Así pues, de la misma manera que por la independencia del Principat, nadie ha hecho tanto por el desencadenado proceso revolucionario como Mariano Rajoy... Y su inepta continuidad es garantía para su triunfo. También contribuye un PSOE empeñado en apuntalar el caduco régimen --paniaguados y mascarones del pasado hipotecan su rumbo-- con operaciones de maquillaje que ya no convencen a una indignadísima ciudadanía. La socialdemocracia no tiene lugar cuando el actual capitalismo financiero ha decidido cargarse el estado de bienestar y ella responde poniendo cataplasmas. La rosa huele a vieja política, a corruptelas y no va a limpiarlas un miembro de la Asamblea de Cajamadrid por muy telegénico que sea.

LA "NUEVA POLÍTICA" la encarna Podemos, heredero del espíritu genuinamente democrático desplegado en el 15-M, el partido X, las mareas y los movimientos ciudadanos, máximo capitalizador de la alternativa al régimen moribundo de la Transición. No tienen pasado y el futuro apunta en su dirección --democracia digital participativa, redes ciudadanas, inteligencia colectiva, rendir cuentas ante los votantes--, aunque tendrán que superar las tensiones evidenciadas en Vista Alegre entre radicalidad democrática y práxis política, ente asamblearismo y cúpula gestora iluminada... Frente a ellos la crisis del ébola y de las tarjetas opacas de Cajamadrid, la indecencia tancredista de Rajoy y la vacuidad de Pedro Sánchez son síntomas del irreparable deterioro de un régimen deslegitimado moralmente. Como en el franquismo agónico, el búnker de la Transición se encastilla entre mentiras, falsas promesas (la recuperación económica) buscando el apoyo de una clientela zombiatenazada entre miedo, nostalgia, cinismo interesado y fundamentalismo (católico, constitucional, español...). Entre tanto los sectores más avanzados y activos de la ciudadanía, azuzados por la generación más preparada a la vez que lastrada entre exilio y precariado (la vanguardia revolucionaria), ya han dado por muerto al régimen y buscan una alternativa a la que se va sumando día a día más gente desencantada. "Segú que tomba". Escritor