Cada día saltan en España dos o tres casos tan escandalosos que, en circunstancias normales, provocarían un verdadero cataclismo. Pero está el personal tan ahíto de tanto corrupto, tanto defraudador, tanto incompetente y tanto mangante que los españoles parecemos vacunados de todo espanto, inmunes ante el aluvión de desfiles de políticos por juzgados y prisiones. Otrora poderosos iconos de la política nacional, como Jordi Pujol o Rodrigo Rato entre otros, están tan metidos en procesos judiciales que (ya veremos qué ocurre) parecen abocados a la cárcel; son los protagonistas de un sistema político pactado en la Transición, que ha desembocado en una catarata de casos de corrupción que sonrojarían a una banda de vikingos borrachos, pero que apenas provocan la reacción de la ciudadanía, que en Andalucía ha votado mayoritariamente a PP y PSOE, que han permitido, cuando menos, los casos de corrupción que manchan a este país y provocan una indignación insoportable. A los políticos que han metido la mano en la caja de todos, una casta de privilegiados que han construido un sistema electoral tramposo y una red clientelar y familiar indecente, los españoles no les pasan factura, de momento, por cuanto han hecho. Es verdad que tanto en el PP como en el PSOE --faltaría más-- hay gente decente, competente y honesta, diputados, alcaldes y concejales que trabajan por una sociedad mejor, pero cuando permiten que las cúpulas nacionales de sus formaciones actúen al margen de la democracia que la Constitución exige a los partidos y se pliegan sumisos ante las órdenes incuestionadas del líder máximo (sea Mariano Rajoy en España o Susana Díaz en Andalucía), también tienen una parte de culpa. Los españoles parecen tan hartos de todo esto, y son muchas las voces que demandan gobiernos que no roben, que sean competentes y que no actúen con el sectarismo propio de los cobardes. Y, hablando de incompetencia --y de sectarismo--, que alguien le diga a los responsables del Ayuntamiento de Zaragoza que está muy mal contraprogramar los actos suspendidos de la pasada Cincomarzada para el 23 de abril, coincidiendo con el día de Aragón, que organiza el Gobierno de la comunidad, y con el día del Libro. Porque estoy seguro de que si hubiera sido el mismo partido quien gobernara ambas instituciones, estas dos celebraciones no hubieran coincidido ni en broma. ¿A qué lumbrera del ayuntamiento se le habrá ocurrido semejante memez?

*Escritor