El currículo de la asignatura de Religión para Primaria y Secundaria elaborado por la Conferencia Episcopal Española, aprobado por el Ministerio de Educación, resucita el rancio y nunca resuelto debate sobre la función que debe desempeñar esta materia en una educación democrática, laica y aconfesional. Gracias a los acuerdos del Estado con la Santa Sede, los obispos españoles han mantenido un lugar de privilegio en las aulas acentuado en la etapa de gobierno PP. Consiguieron en su día que la Religión Católica fuera alternativa a la asignatura Valores Sociales y Cívicos, así como que su nota sirviera para las becas y logran ahora un temario que resuena a catequesis y vieja historia sagrada. Incluir ideas como "Dios, padre de la humanidad, quiere nuestra felicidad", el rezo de plegarias para que el niño exprese "su relación con Dios" o evitar hablar del aborto, la eutanasia o de otras religiones, conforman un cuerpo pedagógico más cercano al dogma que a la formación integral de unos alumnos que necesitan instrumentos intelectuales, entre ellos los religiosos, para afrontar los retos cívicos de una sociedad libre y democrática.