El Zaragoza vivía al amparo de sus resultados en casa y ayer ante el Córdoba se dejó escapar los primeros puntos en La Romareda, que ya ha dejado de ser un fortín para que la sensación que transmite el equipo de Luis Milla sea de atasco general, lo que corrobora de forma decisiva los tres partidos que lleva sin ganar, algo que podría hacerle abandonar hoy la zona de promoción. Ante el Córdoba se vio perjudicado por el árbitro, que pitó un penalti más que dudoso y que estuvo desigual y sibilino en el reparto de faltas, pero no debería mirar mucho al colegiado, porque el equipo volvió a mostrar todas sus miserias y la falta de fútbol en la primera mitad para solo reaccionar tras el descanso, cuando se topó con Kieszek.

El empate supone la caída de esa fortaleza al calor del hogar y deja la sensación de que Milla y el Zaragoza no avanzan, que apenas se atisban certezas en un equipo con poco fútbol, con escasísima capacidad para generarlo salvo cuando Lanzarote enciende la luz, ya sea balón parado o con su talento. Y lo segundo solo sucedió tras el intermedio.

Antes, el Zaragoza fue un equipo plano, sin capacidad de gobierno en la medular, donde Erik Morán y Zapater no mezclan bien, lento, previsible y con muchas imprecisiones con el balón. El Córdoba salió mejor plantado al pleito, con Alfaro y Juli exhibiendo movilidad, mientras al equipo zaragocista le costó una barbaridad asentarse sobre el césped de La Romareda. Milla repitió la apuesta de Soria y Juan Muñoz fue la referencia y Ángel cayó en la banda izquierda. De los dos, solo el canario respondió.

No tardó el Córdoba en hacerse con los mandos. Había muchos espacios entre líneas en el Zaragoza, sobre todo entre la medular y la zaga, lo que hizo que el equipo andaluz se sintiera cómodo en la zona de la mediapunta, aunque no lo reflejara en claras ocasiones de gol. Con todo, la sensación de amenaza del rival era mayor y Rodri estuvo a punto de cazar dos ocasiones que se fueron al limbo.

El Zaragoza apenas encontraba respuestas. Mucho menos caminos. La medular era del rival y Erik Morán y Javi Ros apenas lograban entrar en juego con acierto. Con todo, el Córdoba encontró petróleo en un penalti donde se mezclaron la torpeza de Casado al dejarse ganar la posición de Guille Donoso y el exceso de vista arbitral, ya que el lateral izquierdo pareció golpear el balón. El caso es que Rodri no perdonó la cuarta pena máxima en contra en ocho partidos.

Con todo, el Zaragoza, sin hacer nada, sin merecerlo, encontró el gol de inmediato. Un córner botado por Lanzarote lo peinó Casado y Cabrera remachó a la red de cabeza. La estrategia, ya se sabe, es oro puro en este curso y la zurda del extremo barcelonés tiene mucha culpa de eso.

PROTAGONISTA ARBITRAL / El gol no mejoró la imagen del Zaragoza mientras el público ya centraba sus miradas en Pérez Pallás, demasiado condescendiente con la dureza cordobesa y con cierta tendencia sibilina, lo que sacó de quicio a varios zaragocistas, sobre todo a Lanzarote.

Movió ficha en el descanso Milla y sentó a Isaac, que de nuevo convirtió a su extremo en el mejor del rival, en este caso a Juli, para dar entrada a Fran, que esta vez sí demostró ser muy superior a su competidor por esa plaza. Tapó su banda y en su unión con Lanzarote comenzaron a abrir por la derecha vías de agua en el Córdoba. Juntar más las líneas, el mayor peso de Zapater en el medio y, sobre todo, el cambio de roles entre el Ángel, siempre activo y peleón, y Juan Muñoz para que el Zaragoza prácticamente jugara con dos puntas trajeron una mejor faz del equipo.

Ahí apareció Kieszek para salvar dos remates a bocajarro de Lanzarote y Juan Muñoz, otro disparo del barcelonés tras un recorte y un tiro de Ángel ajustado al palo. Fueron los mejores minutos del Zaragoza, que ahí sí mereció la victoria, que por fin exhibió una reacción que fue insuficiente porque la victoria era trascendental y no se sumó.

El Córdoba empezó a dar por bueno el punto y al Zaragoza se le acabó la gasolina, al margen de que la entrada de Edu García bajó prestaciones en ataque. Pombo tampoco pudo aportar apenas después, mientras el rival sí mejoró con los cambios, al menos para evitar sufrir el acoso zaragocista en el tramo final, donde las opciones de los de Milla, como su fútbol, volvieron a ser escasas para firmar unas tablas que solo sirven para acentuar que el atasco de este equipo es ya global al haberse extendido también a La Romareda.